Raúl Ávila, segundo director de la Policía Estatal Única en el sexenio, deja el cargo. La administración actual se inauguró entregándole el mando al militar Julián David Rivera Bretón que pasó a la historia local con más pena que gloria. De este último se comentó en su momento que fue diestro para presentarse al trabajo… justo el día de raya. El resto del tiempo nadie sabía a qué se dedicaba. Lo sustituyó el que ahora se va, se supone policía de profesión (es decir, no militar) y que lo hace porque su estancia era tan negativa que ya se había hecho insoportable desde el sitio de su jerarquía para abajo. Hasta hay quienes piensan que es una especie de bendición que se vaya; no lo creo para tanto, en el sentido de que el que vendrá en la ruta de caída del cacicazgo duartista, llegará en el momento en el que el abuso y la rapiña se exacerba porque entramos a los meses en los que el lema “agarrar lo que se puede y mientras se pueda” serán la regla de la normalidad policiaca. Quiero equivocarme, pero por el nombre del sustituto sacaremos la perspectiva.
El discurso oficial es que siempre se estará en la búsqueda de los mejores perfiles, que Duarte es incansable en la selección de su equipo, aunque esto riñe tanto con la realidad como con los sesudos estudios que se han hecho en materia de administración, donde bien se sabe, por decirlo coloquialmente, no se puede estar cambiando de jinete a cada rato y menos a la mitad del río. Raúl Ávila se va en la opacidad y sin que los ciudadanos sepan a ciencia cierta las razones reales del relevo. Pero lo cierto es que ya era insostenible su situación y no precisamente porque fuera muy buen policía. El que viene –ignoramos quién– se le adornará con las altas calificaciones que corresponden a otro potencial chanate. En realidad ya sólo Duarte cree en estas cosas.
Raúl Ávila, para poner un ejemplo, no logró el cometido que lo haría merecedor de una medalla de honor; al contrario, su trabajo se enmascaraba con un férreo control a los medios a los que se les puso un bozal para que no dieran a conocer infinidad de incidentes de violencia sexual contra las mujeres en las colonias de las ciudades grandes del estado. Con una vigorosa cortina que impide visualizar la realidad que tenemos en cuanto a delincuencia, cualquier jefe policiaco, por mediocre que sea, pasa desapercibido en sus fracasos, omisiones y conductas deleznables y quizá punibles cuando hay un auténtico régimen respetuoso del Estado de Derecho.
Habla el encargado estatal del PRI
Sí, encargado, porque en realidad el dueño se llama César Duarte. En entrevista desplegada a plana completa en la prensa escrita, Alejandro Domínguez habla de la perspectiva del PRI para las elecciones que vienen, 2015 (diputados federales) y 2016 (ansiado cambio de poderes en Chihuahua) y, aparte de los lugares comunes que no viene al caso perder el tiempo en comentar, llamó la atención que Domínguez haga la apología o defensa de la libertad que reina, según él, en materia de columnas políticas. Sus declaraciones llegan cuando precisamente en el ámbito nacional y a través de prestigiadas oenegés, como Article 19 y FUNDAR se pone al descubierto el enorme gasto del actual gobierno en materia de subvención a los medios que mantienen una política de persuasión y engaño. También cuando en la escena nacional se está estructurando un frente por la comunicación democrática por la amenaza peñanietista de someter a una fuerte horma la libertad de expresión bajo el control, sobre todo, de las redes sociales. No se extraña el comportamiento del político priísta. Qué más puede decir.
Pero como prácticamente da por sentado que ganarán las elecciones, las inmediatas y las ulteriores, dando pie para comprobar que el PRI se reestructura en la vieja línea del partido de Estado invencible, no está de más que tome en cuenta que el ambiente social es altamente opositor al gobierno actual, que no se descartan insurgencias electorales consistentes y sobre todo que puede surgir un proyecto de una convención estatal democrática para exigir un alto en el camino y girar hacia una reconstrucción de Chihuahua, luego de la regresión que hemos vivido a partir de 1998, pero sobre todo en el modelo desplegado por el cacique actual que recuerda los peores momentos del priísmo clásico, de corte echeverrista y jurásico.
Pues creo que sus fuentes no son muy veraces ni fidedignas que digamos, señor, pues el Comandante Ávila seguirá al frente de la Policía del Estado, ya lo verá usted mismo, ha gastado letras en vano. Su desempeño y sus resultados han sido óptimos, pues al frente de ella, ha hecho más que cualquier otra Policía Estatal en toda la República, lo reflejan los informes de la Comisión Nacional de Seguridad Pública y el ambiente mismo actual de la Ciudad. En fin, me divierte mucho leer los artículos de un constante quejumbroso y rebelde sin causa de la figura del Estado como lo es usted.
Muchas gracias, soñando que soy James Dean.