El absurdo, inmoral y caprichoso proceder del PRI al impugnar el resolutivo del Tribunal Estatal Electoral, que avaló el proceso en el que resultó ganador el antiduartismo canalizado por el PAN, debe encontrar en los ciudadanos que decidimos expulsar al PRI del poder en Chihuahua la más vigorosa, pacífica e irreductible postura en defensa del voto.
Pero, ¿qué tan dispuestos estamos todos para llevar a cabo empresa de tal calado? La pregunta no es ociosa: tras las protestas del pasado 22 de junio, a pesar de que quedó claro el llamamiento a la no violencia y que el objetivo era precisamente el mismo: defender el sufragio ante la fase inicial del absurdo priísta de obligar a las instituciones a dar marcha atrás al triunfo de Javier Corral en las urnas, muchos terminaron plegándose a la versión oficial de los medios afines al gobierno en agonía: «la protesta no tenía sentido porque ya se había logrado la derrota electoral del PRI».
Lo que no han tomado en cuenta algunos es que la derrota electoral del PRI —y aun el triunfo del PAN— ya pasó. Estamos en una fase, orillada por César Duarte y sus secuaces, de reiterar nuestra respuesta de rechazo no sólo a la impugnación misma sino a la intentona de la mala política de echar abajo la voluntad popular expresada el pasado 5 de junio.
Porque el duartismo estará jugando sus cartas hasta el último minuto. Lo explica la impugnación y lo explica la enorme campaña publicitaria desplegada en todos los medios, especialmente los electrónicos, en los que por mera analogía presupuestal, ya habrán recibido todo lo que Duarte tenía monetariamente previsto para el resto del 2016. Duarte Jáquez es el artillero que se está gastando todos sus cartuchos porque ya no tiene nada más que perder y le tira a todo lo que se mueva. Eso lo hace peligroso. La violencia viene de ahí. Y así ya no hay nada qué dialogar.
Y es la respuesta pacífica pero musculosa, la postura firme pero asida a los derechos humanos como el respeto al sufragio lo que debe primar si nos lanzamos nuevamente al Palacio de Gobierno para protestar.
Ustedes tienen la palabra…
Mi palabra es: defendamos, y su liderazgo que marque el cómo, cuándo y dónde
yo me sumo a esa opinión, no creo que el parralito vaya a querer entregar el poder sin jugarse hasta la última carta, ya sucedió una vez cuando patricio martínez hizo lo propio durante su gobierno con las elecciones para la presidencia municipal de Juárez… utilicemos un poco la memoria.
No entendemos como podría justificar las miles de millones gastados, en la prensa planas completas de publicidad, sin embargo, pronto tendremos información sobre el desvio que se hicieron de los recursos que ahora necesita para salir de esta situación en las que él solo se metió y que le valía porque siempre pensó que el Serranito ganaba.
Hemos asistido a la transición económica, a la política. ¿Qué pasa con la transición social y cultural? La Transición Social entiende que la sociedad debe dejar de ser mandadera para pasar a ser mandataria. La transición social implica una conciencia social; rescatar su vocación social y responsable para que el talento mueva al capital y se base mas en los valores que en el dinero. Una socieda que voltee a ver a la creatividad, a la innovación, al conocimiento como motores morales de su crecimiento. Una sociedad que dá la bienvenida a los que aprenden a decir su palabra; a los humanistas que piensan en una educación como práctica de la libertad; a ser hombres y mujeres que se proponen así mismos (as) como problema y solución a las teorías de la acción dialógica.
Víctor dices bien, una sociedad que privilegie los valores a lo material. El humanismo como destino