garfio-mide-3feb2015

No cabe duda que el mensaje corporal habla de manera más precisa que los conceptos, desde luego no siempre ni en todas partes. Pero vaya un ejemplo: el cacique mayor, César Duarte, y su acólito municipal, Javier Garfio, no se cansan de propalar que la tranquilidad y la seguridad ya llegaron a Chihuahua. Sin embargo, ellos, al moverse por las rúas de Chihuahua, lo hacen con tal protección que difícilmente se pueden creer sus mentiras. El día de ayer las calles de Chihuahua tuvieron un ejemplo de esto que se señala. Javier Garfio inspeccionó los destrozos que realiza en la avenida Venustiano Carranza, en pleno centro de la ciudad; presumió que lo hacía en día de descanso y lucía ropa sport adecuada al momento. Lo que no faltó fue un grupo fuertemente armado con metralletas que en actitud nerviosa lo rodeaban, vigilaban cada uno de sus pasos como si se tratara de un hombre en alto riesgo de sufrir algún percance. Para un buen entendedor está claro que hay una de dos: o este señor es harto miedoso o simplemente se cuida del clima de violencia que le puede afectar, dada la impopular percepción que lo caracteriza. También pueden ser ambas circunstancias combinadas. Por lo pronto, en los periódicos de la tiranía, esto no se nota, porque simplemente en las tomas publicadas las armas se esconden y lo único que brilla es la testa del alcalde.