Guadalupe Acosta Naranjo, un añoso líder de la izquierda mexicana, con origen en el nacionalismo nayarita, durante mucho tiempo fue figura destacada del PRD, y a últimas fechas vocero del heterogéneo movimiento conocido como la Marea Rosa, que se ha echado a cuestas con otros ciudadanos la creación de un nuevo partido bajo las siglas de Frente Cívico Nacional.
Desde luego es una empresa difícil que ya ha tenido sus primeros deslindes, porque no todos los de la Marea están en el proyecto, y otros que sí están lo dañan estructuralmente, como sería el caso de la directora de la revista Siempre!, la expriista Beatriz Pagés, por sólo mencionar a una de sus integrantes. Se trataría de un nuevo partido político de oposición al gobierno de Claudia Sheinbaum, en concreto a MORENA y su autollamada “cuarta transformación”.
Acosta Naranjo anunció el nuevo proyecto en un discurso que algunos han calificado de “vibrante” y ya se han iniciado los trámites ante el INE para obtener el registro que le permita participar en el próximo proceso electoral federal, con la mira de cercenarle al bloque de MORENA la mayoría calificada que ahora tiene y que es más que polémica, como aún se discute.
Acosta Naranjo es un político que desarrolló bastante en el PRD, ocupó cargos influyentes, llegó a su presidencia nacional, y eso lo logró moviéndose de la izquierda a la que perteneció hacia lo que representó el grupo de Los Chuchos, con el cual trabó una alianza que parecía sólida pero que al final se fracturó.
Es un aspecto que debe aclarar el político señalado, y además explicar el fracaso que representó la virtual alianza con el PAN y el PRI en el pasado proceso electoral, al apoyar a Xóchitl Gálvez. Quizás eso le importe muy poco a la ciudadanía, pero eso no exime de que haya explicaciones indispensables.
El partido en formación, por boca de Acosta Naranjo, “no será ni de derecha ni de izquierda”; estará en algo que se conoce como el limbo, sin más argumento de que harán cosas distintas.
Es cierto que se ha desgastado la visión de la política bajo las etiquetas de izquierda o derecha; tanto así que al actual gobierno de la presidenta Sheinbaum se le tiene clasificado hacia la izquierda, cuando en realidad, en términos de la economía, se rige por el neoliberalismo, que es absolutamente de derecha.
El ambiente político nacional está rejego a la creación de nuevos partidos, los ve como más de lo mismo y una carga al patrimonio público. Lo cierto es que al final son esenciales, pero sólo a condición de que hablen muy claro en cuanto a sus principios, programas y planes de gobierno, y sobre todo a la congruencia en sus acciones. Ya no se quieren muéganos como el que se está proyectando y a este columna le parece fundamental que hay que construir un partido de izquierda democrática, bien definido en relación al capitalismo salvaje, preservando los ideales del sistema democrático progresivo con Estado de derecho.