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Criticar a un poderoso no es lo mismo que adularlo, como ocurre desde las páginas de una columna como GPS, de un periódico de cuyo nombre, otra vez hoy, no quiero acordarme. Lo primero podría dar credibilidad, lo segundo, irrespetabilidad. Si tan sólo esas letras tuvieran el timbre satírico de Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura, se les podría otorgar el beneficio de la duda. Pero no hay modo.

Resulta que el día de hoy, quien (es) escriben esa columna le dedican todo un panegírico al pececito ballezano, Javier Garfio, luego de inaugurar los llamados puentes gemelos de la Teófilo Borunda. Textualmente escriben: “Bien le fue al presidente Garfio con la inauguración de los Puentes Gemelos sobre la Teófilo Borunda. Demostró buen manejo, conocimiento de la ciudad, liderazgos, capacidad de convocatorios (sic) e inclusión, al invitar a los expresidentes, empresarios, líderes sociales, la clase política en el poder y desde luego funcionarios estatales, municipales, diputados y mirones desocupados”.

Lo expanden al universo como si toda la capacidad política de un funcionario público como el alcalde de la ciudad de Chihuahua consistiera en tener dotes de organizador de eventos sociales. En todo caso, se olvidaron de adular a los empleados del Ayuntamiento que se dedicaron a correr las invitaciones a la inauguración de una obra de por sí cuestionable.

Pero todavía hay más. Dice GPS: “Una obra importante la que entregó ayer Garfio a la ciudad y de pasada despresuriza la grilla contra su director de Obras, por las fotos de Venecia. El mismo (Gabriel) Aude se encargó de anunciar los trabajos en Ortiz Mena y Juventud, con un puente elevado, así como en Juventud y ochenta, paso inferior, para liberar de semáforos ese congestionado tramo. Ello hace suponer que seguirá al frente de la dirección”. ¡Re cáspita! A los aduladores no les importó pues que el licitante Gabriel Aude se paseara en Europa con el ganador de las licitaciones de obras en Chihuahua, y tampoco que Aude haya pedido su renuncia (ajá) desde antes de su asueto navideño en Italia, París y Londres, por no haber entregado a tiempo los puentes mellizos, ni mucho menos que, a pesar de la corrupción que ahí asoma su cabeza, Aude vaya a continuar en el cargo.

La corrupción existe porque la permitimos, dice por ahí una frase con la que no estoy de acuerdo del todo y que se suele utilizar mucho en estos días, pero si a la corrupción política no sólo se le deja pasar sino que además se le diseña toda una apología desde los medios que están obligados éticamente a confrontar a quienes la ejercen, pues imagínese usted las razones por las que el estado duartista está como está.

Por eso es que digo que criticar a un poderoso no es lo mismo que adularlo, y mucho menos si es el que paga.