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Es creencia muy generalizada atribuir al jefe de propaganda de los nazis, Joseph Goebbels, la frase: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Pues bien, esta afirmación que tanto se practica en el mundo de la política, tiene un antecedente que podríamos asumir como el verdadero origen de su confección. Resulta que ese personaje legendario que fue Giacomo Casanova (1725-1798) dice en su Historia de mi vida, sus memorias: “A fuerza de repetir una mentira puede uno acabar creyendo que es verdad”.

Ahora bien, póngase a pensar el lector cuántas veces ha escuchado decir a los políticos que su función es servir a la sociedad, que vamos a combatir la corrupción, que la administración de tal o cual gobernador o alcalde ha realizado cosas que nunca antes se habían hecho, etcétera. Nadie lo va aceptar, pero es indudable que existe la mentira política y que su propósito es ocultar hechos o intenciones. Y la mejor forma de protegerse ante el abundante lenguaje de los hombres públicos es atenerse a lo que dijo hace ya más de dos siglos Jeremy Bentham: “Si hay un principio cierto en política, es el de que no existe virtud de los gobernantes capaz de sustituir a las salvaguardias de la ley”. De modo que los primeros en cumplir las normas son quienes gobiernan y sus actos deben estar expuestos permanentemente a la transparencia.

México atraviesa hoy por una gran crisis de credibilidad y falta de confianza en el gobierno. Que rindan cuentas, y cuentas claras, es la mínima exigencia ciudadana, porque no hay que olvidar nunca, pero nunca, como decía Alexis de Tocqueville, que “los vicios del sistema son más fuertes que la virtud de los hombres que lo practican”. Y si las mentiras se repiten, entonces hay que repetir también mil veces las verdades.