En la ciudad de Chihuahua otro urbanismo es posible. La destrucción del patrimonio cultural construido es enorme. A no pocos gobernadores les dio por emplear la piqueta y convertir la destrucción en política de obra pública. Le llaman, aún, “modernización”. La ciudad sería otra si no se hubiesen cometido estos desmanes. 

En los últimos lustros, los gobiernos municipales han recibido los dictados de las grandes empresas constructoras y cementeras para hacer lo que les viene en gana y, obviamente, el interés del habitante de la Ciudad de Chihuahua pasa a un nivel prácticamente de desprecio.

En estos afanes han estado lo mismo la actual alcaldesa y todos los que la han precedido a lo largo de los últimos cincuenta años, mínimo. Ahora hablan de “presupuesto participativo”, pero la mayor parte de ese presupuesto se destina a intereses que no son propiamente los populares. 

Aún sin terminar la obra, y con el apuro electoral que caracteriza el trabajo de la alcaldesa Maru Campos, abrieron el Puente de Valle Escondido, una obra que busca captar intereses elitistas y de clase media-alta. 

Se trata de la apuesta por el automóvil y el desprecio del transporte público eficiente para garantizar la movilidad necesaria.

Pero en la ciudad de Chihuahua hay muchos valles escondidos, verdaderamente escondidos, que pasan uno y otro gobierno municipal y siguen en el deterioro completo. Las históricas colonias de Chihuahua como la Industrial, Santo Niño, Obrera, por no decir las que viven en la postración completa, no figuran en la agenda de la alcaldesa. Los parques públicos padecen abandono crónico y no se diga la situación de las secciones municipales. 

Que todo esto sea por sonreírle al voto duro del PAN. Mientras la ciudad no pase a manos de un poder ciudadano, el presupuesto de Chihuahua va a engordar las cuentas bancarias de los Madero, los Valles, los Terrazas. Los de siempre. Y esperen: ya llegó Altozano y los amigos de Felipe Calderón al negoció de continuar construyendo ciudades amuralladas dentro de la ciudad, no vaya a ser  que se meta el pobrerio.

Insisto: otro urbanismo es posible, pero nuestros arquitectos, imposible que todos, duermen el sueño que les nubla la vista.