Por los personajes de quienes hablaré seguiré el consejo que se deriva del lema del periódico del Vaticano L’Osservatore Romano: Unicuique suum” (A cada cual lo suyo). 

Al interior del panismo chihuahuense, y obviamente con consecuencias nacionales, hay una pugna descarnada por los proyectos personales de poder que asfixian al viejo partido fundado por Manuel Gómez Morín, impensables si contrastáramos los hábitos de hacer política con los principios que dicen preconizar los involucrados en el conflicto. 

Javier Corral, mostrando su carácter furibundo, se ha dejado ir en contra de la alcaldesa María Eugenia Campos Galván que le contesta con actitudes vecinas de una hipocresía que transpira desde su piel misma. Ambos han mostrado sus limitaciones en el conflicto: del lado del gobernador, la impericia para plantear una discrepancia de fondo, sobre todo pulsando el tiempo político. Quiere ostentarse como una expresión de purismo político que va contra quien sea si se encuentra en falta; pero esa actitud es falsa y no se corresponde con hechos si nos hacemos cargo de que quiere imponer a Gustavo Madero en la candidatura, olvidándose de su corrupto pasado y sobre todo sus vínculos con el Pacto por México, del que fue signatario como dirigente nacional de su partido, instrumento peñanietista que además él defendió públicamente como lo he reseñado en varias ocasiones con motivo de un artículo publicado por Corral a página entera. 

Pero Corral, si acaso pensó en flexibilidad, él mismo la bloqueó. A querer y no, ahora sólo tiene una ruta: “ir hasta el tope” contra Campos Galván, al altísimo costo de fracturar al partido, quepa el símil con una falla similar a la geológica de San Andrés. El conflicto es tal que será imposible restañarlo, so pena de exhibirse como unos convenencieros que no saben dirimir sus contradicciones políticas. Sin duda la pieza fundamental por sus resultados será que se plantee el asunto en tribunales y que allí se dicte la última palabra. Es evidente, para finalizar, que el elemento central en las manos del gobernador son los documentos que tiene en su poder y que, por más que se diga lo contrario, acabarán por derruir el maquillaje con el que permanentemente se acicala Campos Galván como aspirante a la candidatura por el PAN. 

A su vez, en este reparto al que a cada quien le toca lo suyo, desde mi punto de vista, la alcaldesa tiene en su favor el descrédito en que ha caído Corral como gobernante y en ese sentido todo lo que se le oponga es bienvenido utilitariamente por quienes le labran su desgracia. Pero al hacerlo así, se desentienden de las características de la alcaldesa, que ahora pretende victimizarse y provocar la piedad pública. Es un juego peligroso porque en el trayecto de la contradicción el mismo Corral puede construir la candidatura de la munícipe y darle fuerza, lo que sería mantenernos en un esquema político que puede privilegiar a un proyecto de ultraderecha y corrupción política para el futuro que viene. 

El recurso de la autovictimización es más que evidente, significa ponerse como blanca palomita, imposible del todo si evaluamos su desempeño como alcaldesa favoreciendo los permanentes y viejos intereses de un sector ultra conservador de los grandes desarrolladores urbanos de Chihuahua, que se han enriquecido sin límite apalancados en el municipio, en especial durante los últimos años. 

Aún recuerdo aquellos momentos en los que el panismo se quejaba de los políticos que llegaban para no desprenderse de las ubres presupuestales. Pero en esto la señora alcaldesa no hace malos quesos: lleva alrededor de 20 años viviendo del presupuesto; en sus redes sociales da cuenta de que ha trabajado en el municipio, ha sido diputada local y federal, empleada de la Comisión Federal de Electricidad, de la antigua SEDESOL y de la Secretaría de Gobernación. Su formación académica es del Tecnológico de Monterrey, hardvariana, con estancias en la Universidad de Georgetown y desde luego la infaltable calidad de lasallista. Todo esto nos habla de una sólida formación en el proyecto de la derecha y no le regateo ni sus derechos ni sus méritos, sería una necedad. 

Pero de ahí a presentarse como una víctima de violencia política y lindezas por el estilo hay un abismo. Quién no la recuerda formando parte de aquel muro de diputadas que en la sede de San Lázaro propiciaron que tomara posesión de la Presidencia Felipe Calderón Hinojosa bajo el lema que avergonzaría a los fundadores del PAN del “haiga sido como haiga sido”. Así es que, victimizarse a otra parte, más cuando ese procedimiento va acompañado de una hipocresía superlativa. 

Por último, no está mal recordar que según filósofos contemporáneos la piedad es una virtud bajo sospecha, cualquiera puede simularla, cualquiera la puede llevar a las tablas de los escenarios, como en este caso. 

En todo esto, a los que estamos desde las gradas de la ciudadanía nos conviene verlo, para darnos cuenta de la ralea de la clase política panista y procurar relevarla del poder a la brevedad; pero más nos conviene que funcionen las instituciones: que todo lo de la nómina secreta no quede en palabrería, que suene el martillo de la justicia. Ni más, ni menos. 

Por cierto, un segundo lema de L’Osservatore Romano es “Non praevalebunt” (en referencia a la frase más completa en el evangelio de Mateo 16,18: “Las puertas del Infierno no prevalecerán).