El plebiscito va. Seguramente quienes presentaron la iniciativa de realizar sendos plebiscitos sobre la iluminación de Juárez y Chihuahua no se propusieron hacer un experimento sobre la base de la teoría de juegos. Pero aún así apostaron a ganar-ganar. Por principio de cuentas, ya obtuvieron una victoria ante el IEE; obtendrán otra cuando consigan suficientes o más firmas para respaldarlo, y si la mayoría vota por el NO, ganarán; y si por el contrario lo hacen por el , también ganarán. 

Son muchas las aristas para examinar este suceso que está en proceso. De inicio, se destaca que los gobernantes inmersos en los hábitos y costumbres propias de la clase política divorciada de la sociedad, ya no tendrán el monopolio de decisiones públicas de trascendencia que se desplazan a la voluntad popular. 

También, y esto es significativo, se demostrará nacionalmente cómo se realiza una auténtica, genuina, legal e institucional consulta. Estamos en las goteras de una consulta popular real, no de una decisión a mano alzada, como las que gustan practicar los partidarios de la oclocracia. El precedente marcará historia, ya lo es por que será el primero. 

Los demócratas genuinos, los mexicanos estamos lejos de serlo, debemos saber que se pierde y se gana, y que cuando eso es conforme a la reglas convenidas, legitima de manera primaria. De tal manera que la apuesta en este caso es por una democracia avanzada, participativa y no nada más para elegir funcionarios o representantes. 

Que atrás de esto habrá política, habría que preguntar cuándo no la hay. Tanto Cabada como la señorita Campos Galván, cabezas administrativas de sus municipios, son fuertes aspirantes a suceder la silla que Corral no se decidió a ocupar en los hechos. Por tanto, los resultados pueden descarrilarlos en sus afanes, pero eso es secundario. 

Lo importante es que no se vaya a dar una pelea entre un David –la ciudadanía– y un Goliat –los aparatos municipales– que hagan prevalecer a los que tienen el poder y por el sólo hecho de detentarlo. Hay asimetrías entre los modestos ciudadanos organizados y los aparatos burocráticos, pero cuando aquellos se deciden, no hay nada que pueda detenerlos y esta debe ser la historia de los plebiscitos a realizarse. 

No está de más señalar que Cabada empezó a perder desde el momento mismo en que se aprobó realizar el plebiscito. Informó en desplegado pagado a la prensa con recursos públicos, que procederá a impugnar la decisión del IEE que autorizó la consulta. Y es natural que así sea, lo suyo es la oscuridad, la opacidad, el conciliábulo, que le permitió llegar en dos ocasiones a la alcaldía del más importante municipio, en la primera con el apoyo de César Duarte, el crimen organizado; en la segunda recurriendo al fraude, porque hay que reconocer que no se quedó en la alcaldía con buenas artes. 

Seguramente sacará abogados de las covachas para defender lo indefendible: oponerse a una consulta en la que, además, tiene la oportunidad de ganar. 

En lo inmediato, hay que trazar tácticas y estrategias para que este experimento democrático triunfe. Y adelanto mi voto: por un municipio en manos de la comunidad, no en politicastros que confunden sus intereses privados con los públicos. 

El plebiscito va en buena hora y, porqué no decirlo, ¡brinco de gusto!