Más allá de los avances que suelen mirarse desde dentro, o de los retrocesos que apechugan desde afuera los usuarios, el Poder Judicial presentó ayer su Informe 2023 a través la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Myriam Hernández.
Como suele ocurrir en estas ceremonias, que esta vez transcurrió –al cabo que hay recursos– en un salón de eventos del Hotel Sheraton, al que acudió toda la herencia duartista depositada en ese poder desde hace más de un sexenio, se trató de un mero cumplimiento de las formas y al gastado protocolo de un “va-mos-a-van-zan-do”.
En esencia, fue una tribuna para lanzar mensajes políticos, en este caso contra la Cuatroté debido a sus imposiciones y disputas con el Poder Judicial de la Federación, y subirse a un discurso que dista mucho de la objetividad que guarda la muy, muy lejana división de poderes.
La gobernadora Maru Campos, el fiscal del estado, César Jáuregui y la presidenta del TSJ, Myriam Hernández, viejos conocidos del duartismo, encabezaron la fotografía del momento. La gobernadora pretendió diferenciar, en palabras, la autonomía que supuestamente guardan los poderes en Chihuahua, especialmente frente al Judicial; pero a final de cuentas, según las crónicas periodísticas, Maru Campos terminó “agradeciendo el compromiso” de Myriam Hernández al frente de esa institución.
Es decir, Campos Galván buscó mostrarse diferente al lopezobradorismo frente al PJF en cuanto al tema de la autonomía, pero debió morderse la lengua porque todo mundo sabe que aquí en Chihuahua no es distinto. O sea, Maru y Myriam pasan como protagonistas del dicho aquel de que son candil de la calle y oscuridad en su casa.
El informe de Myriam Hernández en realidad no interesa a muchos, por no decir a nadie, y menos a la burocracia estatal. Veremos que dicen los gremios de abogados que suelen padecer, en lo cotidiano, todo aquello que no estuvo escrito en el discurso de la presidenta del Tribunal.