Las futuras elecciones de Chihuahua transitan por la senda del fraude a la ley. No parece haber cultura democrática alguna, ni órgano electoral que lo contenga, que lo encause por encima de las ambiciones desatadas de una clase política que vive de espaldas al Chihuahua real. Este fraude es inherente a la cultura política dominante que por igual recorre transversalmente a todos los partidos políticos, sin excepción.
Actualmente existe una detallada y casi minuciosa legislación electoral, sendos organismos electorales que desde la esfera administrativa hasta la jurisdiccional dicen ocuparse de la vigencia del derecho en esta materia. Muy pronto se dará el banderazo para iniciar el proceso electoral, pero este, en la realidad, ya tiene meses de desplegarse de manera incontenible. El orden jurídico no importa, lo que interesa es construir las veredas que conduzcan a hacerse del poder, sin importar para nada el consenso plasmado en las normas jurídicas para que la democracia se fortalezca como una forma privilegiada de construir acuerdos para nombrar representantes políticos en todos los ordenes de gobierno.
El “obedézcase pero no se cumpla”, que dominó durante la Colonia, está más vivo que nunca, no se ha ido y es la esencia, precisamente, de una de las versiones del fraude a la ley que ha cobrado carta de naturalización entre nosotros. Lamentable si nos hacemos cargo de que tenemos muchísimos años construyendo un sistema democrático que no acaba de cobrar sus contornos, menos de consolidarse.
El fraude del que hablo es el que cometen los que aparentan colocarse estrictamente en los términos de la ley para aparentar que la cumplen. Suele ser una práctica propia de los que, teniendo muy claros sus objetivos, actúan al filo de la navaja con inteligencia, pues siempre resultará difícil demostrarles lo antijurídico de sus conductas.
Se amparan en una normativa jurídica existente con la finalidad de alcanzar sus propósitos, sabiendo que no son los propios de las normas jurídicas, que son contrarios a derecho y que sólo mediante el engaño a la sociedad, logran convertirse en conductas con vestuario de acatamiento de la ley aunque, en realidad, la desnudez de las mismas caractericen a quienes lo hacen. Los cínicos llaman a esto “habilidad política”, los pueblos que los toleran sufren las consecuencias, mucho más en un ambiente en el que estando indefinidos, utilitariamente, los perfiles que definen a los partidos es muy difícil columbrar los matices de esta malhadada práctica. Veamos algunos aspectos de este síndrome electoral de fraude a la ley.
Los aspirantes a la gubernatura de Chihuahua se han adelantado meses a lo que propiamente es la campaña electoral. Los que ocupan cargos de gobierno aprovechan todas sus actividades para mezclar sus obligaciones públicas con sus pretensiones políticas partidarias y personales. A esto le podríamos llamar “política total”: a la vez que gobiernan, descaradamente se apalancan en la institución para sacar adelante sus proyectos de poder. Somos, por empezar a poner ejemplos, un país en el que se felicita –les llaman “salutaciones”– a los funcionarios públicos por cumplir con sus deberes. Alguien ha dicho que es como ir al cajero a sacar el dinero propio y felicitar al banco.
Así, hemos observado un alud de lisonjas hacia los alcaldes que recién rindieron informes de gestión. Se trata de las empresas proveedoras de los propios municipios, que seguramente ya hasta tienen presupuestado el gasto anual de rendir pleitesía al cliente gubernamental. En esta práctica, lo mismo hemos visto desfilar a Alfredo Lozoya, el alcalde de Parral; a María Eugenia Campos Galván, de Chihuahua, y hasta al alcalde de Guachochi, cuyo nombre no deseo consultar en mi libreta.
De este elenco sobresale, sin duda alguna, Campos Galván, que un día después de la tarea de mal informar recibió, números más números menos, 101 desplegados de personas y empresas que la felicitaron a ciegas, porque no creo que en la noche se hayan dedicado a analizar las palabras de la alcaldesa. 101 desplegados en un periódico capitalino, a los que hay que sumar 59 más en otro impreso, lo que da un total de 160 espacios de diverso tamaño, la mayoría con fotos de rostro maquillado que lo menos que puede pensar uno es que la ambición de que las cosas continúen como van son indubitables y que el narcisismo inocultable va dañando, desde ahora, la personalidad de la protagonista de esta desfachatez, que de tanto escuchar loas no es extraño que después se reedite como una enferma de la hybris porque, desde ahora, proclama que ya está lista para ser la gobernadora de Chihuahua, dicho todo esto sin rubor alguno.
Pero su historia no acaba ahí. En cada una de las casas habitación de la ciudad de Chihuahua se nos entregó un tabloide de 8 páginas a full color en la misma línea. ¿No es esto muestra de un deseo enfermizo por el poder? Creo que sí. Lo más grave es que viene envuelto en el sedoso papel del fraude a la ley.
Otro caso es el de Armando Cabada, quien aprovechó su informe creyéndose el mago del suspenso, Alfred Hitchcock. En medio del informe y con abultado cinismo expresó sus deseos de convertirse en candidato a gobernador, olvidándose que antes se envolvió en la bandera de independiente –en realidad es un hijo político de César Duarte– para anunciar que ya tiene propuesta firme de un partido político. La más mínima autocontención vemos en esto, aprovechan las instituciones como la trinchera para combatir por sus propias ambiciones, desentendiéndose de que está en marcha un proceso para revocarle el mandato.
Por el lado del PRI se mueven con cierta parsimonia, porque no son sus tiempos y porque su olor a cadaverina ya no se soporta ni con abundante formol de por medio. Son los de MORENA también ejemplo de estas prácticas de fraude a la ley: tanto Rafael Espino de la Peña como Carlos Loera de la Rosa y Cruz Pérez Cuéllar parecen haberse doctorado en esta materia. El primero gasta munificentemente en una campaña formal, invierte lo que cobrará mañana y, sin pudor alguno, se presenta como el ungido por López Obrador, a sabiendas de que si algo transgrede a la ley es, precisamente, aparecer en calidad de futuro intendente de una república pretendidamente centralista.
Y mientras Espino se las gasta así, Loera de la Rosa se apalanca en el presupuesto para aparecer en todos los confines del estado en calidad de “ogro filantrópico”, porque reparte y reparte cheques y becas al por mayor. Y en el sitial más alto del descaro, el senador derechista, Cruz Pérez Cuéllar, ya colgó espectaculares en muchas partes como si ya estuviésemos allá por mayo del 2021. Es el prototipo practicante del fraude a la ley, empleando artilugios ya muy sobados: él, en los espectaculares, pretende realizar una “cruzada” por Chihuahua (todavía no se da cuenta del desprestigio de las que se realizaron para recuperar las llamadas tierras santas), ambicionando que nos olvidemos de que, si por él fuera, Duarte tendría de hombre de paja en la gubernatura a su amigo Enrique Serrano. Digo que el ejemplo de Cruz es proverbial por una razón: no publicita en apariencia nada, sino la portada de una revista. Por tanto, es la revista la que comete la conducta. Y quiere que se lo creamos.
Todo esto es un manojo de ejemplos del fraude, que no lo para ninguna institución competente como las electorales. Pero más grave que esto es que el cuerpo ciudadano no aquilate el daño que estas prácticas generan. Nunca nación alguna progresó y alcanzó altos niveles de desarrollo con una clase política que hace del fraude el camino hacia el poder.
Mtro. Garcia Chavez, entendió que no debe haber contradicción entre «Poder» y «Servir». Esta división se debe a la codicia y la imposición de la fuerza de unos pocos a la debilidad de la mayoría. El «Poder» que no sirve, que busca suplir la codicia de sí mismo y de los suyos, debería llamarse «Hipócrita» o idólatra de sí mismo.
La pandemia de Covid-19 se va a llevar por delante muchos liderazgos políticos que parecían sólidos y va a colocar en su lugar nuevos liderazgos que hasta ahora pasaban desapercibidos.
Nunca como ahora la clase política había estado con tanta intensidad bajo la lupa de la población. Ahora mismo están observados, escrutados, analizados. Y cuando todo acabe serán juzgados con severidad. Porque aún los ciudadanos más alejados de la política esperan que sus dirigentes políticos ayuden a resolver los problemas. Que son problemas graves, con consecuencias terribles en la vida de todos.
Pensando con frialdad. Pensando hasta con la más cruel lucidez. Si fracasan ahora es muy probable que no tengan nuevas oportunidades políticas. Su tiempo es hoy, ya sea que estén en el gobierno o en la oposición. Hoy es su momento. La sociedad vive la mayor crisis sanitaria, económica, social y política de la que tengamos memoria. La gente tiene miedo, mucho miedo, más del que puede confesarse en cualquier encuesta. La gente está pasando mal, nerviosa, llena de incertidumbres, sin saber hacia dónde ir ni cómo resolver todo lo que ocurre. Esos hombres y mujeres los están mirando. Esperan algo de ellos. Y lo que esperan no es la discursiva política de siempre, no es más de lo mismo. Esperan otra cosa. Necesitan otra cosa.
En medio de esta crisis pos-pandémica necesitamos líderes que comuniquen con hechos, que no se encierren en sus despachos y trincheras, que bajen a las calles siempre que sea posible, que prediquen con el ejemplo que brinden su esfuerzo y realicen tareas prácticas. Que comuniquen sin retórica, sin oratoria política tradicional, sin intentar ganar votos ni cambiar percepciones políticas o maneras de pensar. Que digan lo específico, lo concreto, lo que es importante para la gente con simplicidad y brevedad.
Desde una posición de liderazgo colectivo (dejando de lado el ego y la identidad partidaria, poniendo el bien común por encima de sus propios intereses políticos) con la máxima transparencia posible. Las personas que los escuchan necesitan saber que no hay nada que se oculte o que se falsee en medio de una situación tan amenazante. Esto incluye, además, que reconozcan sus errores con naturalidad y valentía. Con cercanía, los ciudadanos necesitan sentir la empatía del líder, necesitan verlo cerca suyo, ya sea real o simbólicamente. La empatía es la clave. Y aquí no valen los simulacros, solo vale que realmente lo sientan.
Que hablen con autoridad bien entendida, la autoridad de quien sabe de lo que habla. Si no saben, pues que estudien. Que analicen a fondo los problemas y las soluciones, sin autocomplacencia, con rigor. Estos no son tiempos para la superficialidad hay que demostrar que tienen un camino de salida a la crisis.
El realismo, la firmeza y la esperanza son las armas fundamentales a la hora de señalar el rumbo que hay que recorrer, como un líder humano y no como un héroe. Como una persona que tiene limitaciones y necesita ayuda. Que tiende la mano a los demás y demuestra con hechos y palabras esa humanidad. Quizá este tipo de liderazgos ya no exista en la clase política actual, o en los partidos políticos, en los independientes, en el mismo gobierno, quizá estén por brotar en las semillitas de la ciudadanía que pronto despertara.
Primera vez mencionando el Alcalde de Parral por Usted en este blog, tal vez la segunda o la tercera, pero la primera en que lo pone en el mismo rasero. Ese cuyas concesiones de: recolección, limpia, traslado de la basura desde que financió campañas PRIistas, siendo PRIista y se convirtió en el empresario favorito de Duarte y su camarilla en aquella ciudad. Ahora, bajo la sombra del corralismo, cuyo líder máximo voltea con disimulo a otro lado para fingir convenientemente amnesia cuando termine su gobierno, ha usado al propio Ayuntamiento, ayuno de oposición política (por eso desaparecieron con la venia de Javier Corral Jurado al PAN en Parral en 2018), se auto-renovó esa concesión otorgada por los PRIistas para él y sus compinches por más de 15 años con una iguala aproximada de $1,000,000.00 de pesos mensuales, también concesionó sin contrapesos el destino final de la basura por 15 años, así como decenas de negocios municipales. Duarte Jáquez es un niño de brazos para el candidato de Javier Corral Jurado y los Baeza. ¡Cuidado, Chihuahua! Te lo estamos advirtiendo a tiempo. Por primera vez Don Jaime lo menciona con delicadeza, pero estas rapacerías en un municipio que representa el 3% de la población en el Estado, son equiparables a los abusos del pretendido Banco Unión Progreso y todas aquellas cosas que Corral Jurado denunció desde Unión Ciudadana, en la que Don Jaime mostró más temple, pues sin ser Senador, sin tener decenas de asistentes vividores, sin fuero, sin mayores recursos y sin partido que lo respaldara, inició esa lucha que nos libró del yugo y de los excesos de Duarte Jáquez en Chihuahua. Afine muy bien la puntería, Don Jaime, en el sur se engendra con la complacencia de Corral, una tiranía peor que la Duartista y que es una cepa del mismo virus aunque camuflageada de independiente y a últimas fechas dueño de la franquicia del Movimiento para fregar al Ciudadano, pero cuyos resultados serían peor de desastrosos que los que ahora padecemos. Se acabarían las libertades ciudadanas de facto y hasta de iure. Afortunadamente, mandamos por un tubo la desgraciada y mañosa Reforma Electoral Corralista, porque ese era su objetivo final.
P.S. Esperamos mañana lunes y después de estudiar los Tratados de Tolerancia, que signe la exigencia de renuncia inmediata a Javier Corral Jurado e iniciar ya la presión para que entienda que ya no sirve a Chihuahua y se vaya a El Paso, Tx., donde nació.
El reloj marca la hora, no tenemos que esperar 358 días según la constitución, tampoco 90 o 180 días conforme lo dispone la frivolidad de Corral. Vamos Don Jaime! Es tiempo de sentar ese nuevo precedente para el bien de Chihuahua y México.
EL CORRALISMO Y OTROS CORRUPTOS, PRETENDEN BURLAR AL PUEBLO DE CHIHUAHUA, EVITEMOS PERMITIRLO, COMO CIUDADANIA ORGANIZADA…EVITEMOS SE SALGAN CON SUS, FRAUDES Y ROBOS ACOSTUMBRADOS…¡FUERA CORRUPTOS!…Y VORACES POLITIQUEROS….
ES EL CUENTO «ETERNO» TAL PARECE QUE LOS POLITICOS DE AHORA ¡SU BANDERA EL DESCARO!…Y SEGUIR CON MAS DE LO MISMO….EL PUEBLO QUE SE LAS ARREGLE COMO PUEDA…