En la oscuridad, aprovechando la pandemia y el aislamiento decretado, que de hecho ha traído una parálisis de actividades políticas opositoras, el gobierno de Javier Corral se empeña en realizar una reforma electoral que sólo atienda a sus intereses, en segundo lugar al equipo que quiere que lo reemplace y, al final, a su partido, el PAN, y cabe la aclaración.

Han movido algunas más teclas en esa dirección, en la que no se descarta un entendimiento con el viejo PRI, representado por Omar Bazán. Saben que el universo de intereses que representan sendos partidos hoy están en el desprecio de la ciudadanía y, por lo que se refiere a Chihuahua, por el gobierno de la holganza y la frivolidad. 

Corral intenta una reforma desde arriba, trastocando un consenso que ha implicado por casi tres décadas que estos intentos de reforma no deben brotar de los gobiernos y menos de los ejecutivos.

Ducho en la traición, Corral sabe que le da ventaja la circunstancia actual y se empeñará en sacar una reforma electoral a modo para 2021. 

Hay que impedirlo a como dé lugar, hoy o mañana.