Los fenómenos políticos, gubernamentales y sociales, son difíciles de llevar a números que las hagan más entendibles en porcentajes, números absolutos, es decir, estadístico. El INEGI es la institución de la república que desde la esfera de lo público realiza estas investigaciones y es de advertirse que lo hace con lentitud al publicar con retraso sus informes y, lamentablemente, es frecuente que las páginas de su web sean inaccesibles o no existan, conformando al usuario con el aviso del servidor, y además en inglés.
Sin embargo, algo se sabe y no es de aliento ni para la consolidación de la democracia en el país ni para la construcción del Estado de derecho.
Veamos estos datos:
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2013, dado a conocer apenas este año, el nivel de satisfacción de la ciudadanía en cuanto a la tramitología en juzgados y tribunales es apenas del 40.6 por ciento; es decir, el 60 por ciento de la población se dice inconforme con la demanda de servicios en los sistemas de justicia del país.
Otro dato relevante en estos momentos que atraviesa la república es la corrupción, y en ese sentido, el INEGI reporta en su encuesta que la percepción generalizada es que las policías son de las instituciones más corruptas (89.7%), luego los partidos políticos (84%), enseguida los ministerios públicos (78.4%) y luego se destacan, entre otros, el gobierno federal (75.6%), los sindicatos (66.4), los jueces y magistrados (65%), empresarios (63.5%), los medios de comunicación (62.3%), las universidades públicas (42%), el Ejército y la Marina (33.9%) y hasta las instituciones religiosas (29.4%).
Otro dato importante, justo ahora que en Chihuahua se padecen nuevamente índices altos de criminalidad, para la gente, según el INEGI, los problemas más importantes a resolver son, en ese orden, la inseguridad y la delincuencia (70.4%), el desempleo (51.0%), la corrupción (48.5%) y la pobreza (39.3). En orden decreciente se ubica, entre otros, el mal desempeño del gobierno federal (30.8%), la baja calidad de la educación pública (14.0%) y la falta de rendición de cuentas (3.5%).
Aquí sí vale decir que esto no se cuenta, pero cuenta mucho.
Y los cómo, ¿cuándo?
Cuando Franklin D. Roosevelt recibió la Presidencia de los Estados Unidos, después del crack de 1929, la Gran Depresión que afectó al capitalismo en el mundo, trazó, de cara a su nación y a los ciudadanos, el memorable plan conocido como New Deal. Se detuvo a hablar de la tragedia económica y social, postulado por el Partido Demócrata ganó una histórica elección, siendo desde luego un gran líder demócrata y pro capitalista habló claro sobre los depredadores poderosísimos de su país, los que lo habían quebrado y, lo más importante, se puso a trabajar, no a lamentarse y mucho menos a alardear con un discurso propio de la picaresca. La picaresca, por cierto, es algo más propio de la tradición española, como bien lo tiene documentado la literatura con obras memorables como Guzmán de Alfarache, La vida del Buscón, La desordenada codicia de los bienes ajenos, y muchas más.
Aquí un día sí y otro también escuchamos que los hospitales están colapsados, que la maquinaria se perdió, que estamos quebrados, que no hay dinero público. Lo que Chihuahua requiere, siguiendo el ejemplo del presidente norteamericano, es que pasen ya de meses y meses y meses de denuncias y lamentos y nos digan cuál va a ser su nuevo trato; es decir, su new deal, no lamentarse sino exponer los cómo, y sobre todo los cuándo.
Mario Vázquez: “honor a quien honor merece”
A Mario Vázquez le tocó la titularidad de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN. Como tal, el segundo en ocupar ese cargo en su partido que gana una elección con mayoría congresional y Ejecutivo del estado. En mérito de eso se le reconocieron con honor sus faenas. Hoy despacha en el departamento de limpia del municipio de Chihuahua.
La estructura tecnológica nos está castrando la memoria, nos está desmembrando, todo en ella se vuelve virtualidad, cifras, números, datos, probabilidades, estadísticas, todo ello es una lejanía que olvida el tiempo real. Debemos encontrar la ruta que nos lleve a la colectividad humana, que se desprenda de datos y cifras borrachas de universos que en nada sirven para la adecuada toma de decisiones; a pesar de que no tengamos todavía una única palabra que envuelva todas las consecuencias de lo que hoy nos ocurre y que paradójicamente resultan evidentes y comprensibles. ¿Para que nos sirve un desaparecido, asesinado o descuartizado? ¿Para que saber del dinero robado? Para la justicia, la igualdad, la democracia, los Derechos Humanos, la ecología, la tragedia económica y social no hay respuesta verdadera menos un plan como el New Deal. De cara a la realidad nos sale muy cara y muy pobre la estadística. Y más confunde la doble cara.