El empresario y socio del duartismo convertido en político, Eugenio Baeza Fares, aún cree que ha descubierto el hilo negro de la administración pública en Chihuahua. El simplismo con el que el alcalde por rebote ha expuesto en una entrevista su “visión” sobre la eficiencia en el ayuntamiento capitalino no puede estar más sobada y chabacana: la privatización de los servicios públicos.

Su argumento es formar “alianzas” con organizaciones no gubernamentales para cumplir el papel que las instituciones creadas no pueden, por ejemplo, a la hora de aplicar recursos etiquetados por la federación. En la entrevista que le hace un medio digital, pone como modelo de su “novedosa” idea la concesión del manejo de la basura a un “tercero”. O sea, propone que la alcaldía se transforme en una “gerencia” y que las Ong’s formen, como “terceros” o contratistas externos, parte del “corporativo” municipal para evadir las apretadas etiquetas de los recursos federales. Y nada más. Es todo.

En el fondo, las declaraciones de Baeza Fares parecen más bien un disparo en la nebulosa noche del duartismo (lo digo porque presume sus gustos por los revólveres) porque, si fuera asertivo, poco o nada le queda por hacer en los meses que le restan a esto que llaman administración municipal, sin contar las fechas de ajetreo electoral en las que, leal y disciplinadamente, tendrá que ceñirse según el guión duartista. Y según este guión, a lo más a lo que podrá llegar Baeza Fares es a concluir algunas obras de las que por supuesto sacará raja económica personal y a repartir cobijas, por el frío (sí, ajá) y despensas a cambio de votos para el PRI.

De lo contrario, lo primero que eventualmente tendría que explicar es el desvío encubierto de recursos federales, vía la manipulación de Ong’s, según se advierte en su “gran idea”; y por qué no, la creación a modo de nuevas organizaciones no gubernamentales, con tal de cumplir su cometido. En ese sentido, no le extrañe a usted que de pronto salga con que La Negra Tomasa es presidenta honoraria de alguna Ong dedicada a la conservación arquitectónica de los cementerios locales.

El discurso desfondado y el pensamiento limitado de Eugenio Baeza, que se nota desde la publicación de su libro Una apuesta por Chihuahua, se repite en la siguiente declaración extraída de la entrevista mencionada: “Se tiene un contrato y si no se cumple se quita la concesión, por el contrario si lo hace un interno es difícil que se le quite a alguien (…). La administración sería más eficiente si pudiera llamar a un tercero y apretarle las tuercas para que haga las cosas”. Olvida, entonces, la oscura historia del país, del estado y del municipio en esos terrenos. Pero él, como todo empresario socio del gobierno, no es capaz de hurgar en esa cabecita loca.

Ese es el hombre de sololoy que “gobierna” la ciudad. En pocos meses Baeza Fares se irá, quizá tararenado aquella cancioncita de las abuelas de antaño: “…toca la marcha, mi pecho llora / adiós señora yo ya me voy / a mi casita de sololoy / a comer tacos y no les doy…”.