La periodista de El Diario de Chihuahua, Alejandra Sánchez, nos ofreció a los lectores un reportaje de esos que ya no salen en ningún periódico local, que aborda el drama de las sexoservidoras del centro de la ciudad de Chihuahua. En la entrega están presentes mujeres que hablan de las vicisitudes que padecen día a día, y también el legítimo liderazgo civil que se ha levantado en su favor.
El tema tiene muy diversas facetas por lo que se refiere a la comprensión de esta actividad que, indiscutiblemente, debe ser reconocida como un trabajo con derechos y protecciones particulares, tal y como lo afirma Mayté Regina Gardea, presidenta de Unión y Fuerza Trans AC, que navega a contracorriente de una sociedad misógina e hipócrita en la que los prejuicios de todo tipo se involucran.
Bienvenidos estos reportajes como el de Alejandra Sánchez, porque temas que requieren de este género en la comunidad hay muchos, y este en particular no debe quedar reducido a las notas de escándalo, escarnio y de naturaleza policiaca.
Y ya que hablo de policías, es notable la denuncia que se hace en ese reportaje de los agentes que actúan lesionando a las mujeres, extorsionándolas y, en general, aprovechándose de su condición de vulnerabilidad.
También está reflejado el drama de la delincuencia y de los traficantes de drogas que se introducen a ese medio para enganchar mujeres y orillarlas a acciones fuera de la ley y cercanas a la violencia.
Sin embargo hay un prietito en el arroz, como dice el refrán popular, y es precisamente el hecho de que el periódico El Peso, editado por el mismo Diario, propiedad de Osvaldo Rodríguez Borunda, ha sido el instrumento de la denigración y violencia de las mujeres. De alguna manera, cuando El Peso ofrece servicios de clasificado de trata de personas, incurre en una actividad ilícita que entra en riña con la orientación del reportaje referido.
En particular llama la atención que ese periódico, El Peso, en voz de una de las entrevistadas, es denunciado como herramienta de amenazas. Dice la mujer: “Teníamos que ‘cooperar’ o si no salíamos en la portada”, mecanismo este que emplean los “clientes” para chantajearlas y abusar de sus servicios.
Son públicas las divergencias de esta columna con El Diario y su dueño. Empero, se reconoce la labor de algunos periodista como la autora Alejandra Sánchez y el equipo que la acompañó.