La facciosidad del cacicazgo duartista se puso en evidencia con el nombramiento del sonorense Julián Luzanilla como representante del gobierno de Chihuahua en el Distrito Federal. Luzanilla fue delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en la entidad, por tanto un cómplice de la tiranía, y cuando el CEN decide removerlo para nombrar a José Luis Flores Méndez, la solución laboral de Luzanilla se resuelve otorgándole un nombramiento de representante de Duarte en la capital de la república para que siga operando en favor de lo único que sabe hacer. La representación aludida realmente no le reditúa beneficios al estado y menos ahora que se emplea para darle trabajo a un desbancado que agotó sus habilidades en los años anteriores. Con Luzanilla se confirma el viejo dicho de que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error; lo lamentable es que a estos agentes del PRI se les paga con dinero fiscal que aportan los despreciados causantes chihuahuenses.
Por otra parte, llega José Luis Flores Méndez, coahuilense según se ha propalado, y probablemente ligado a la negra época de Moreira I, el que endeudó a Coahuila a niveles estratosféricos y que hoy está en el exilio, evadiendo el brazo de la justicia. Conjeturo que este señor Flores Méndez, ahora delegado del CEN beltronista, trabó relaciones con el cacique chihuahuense cuando éste, abandonando su función de diputado local, se fue a Coahuila a hacerle campaña a Moreira I. Entonces cabe decir que por sus obras podemos conocerlos.
Nada muestra más la abyecta disciplina de los priístas que la obediencia que le deben a un delegado que viene acá a administrar e imponer consignas y a manejarle el cerebro a los que no saben pensar por cuenta propia. Pero por lo pronto no lo olvide: Luzanilla sigue cobrando sus estipendios con cargo a los causantes chihuahuenses.