Es frecuente que cuando hablamos de “crimen organizado”, lo asociemos al narcotráfico y a delitos de gran impacto, como los homicidios por ejecución. Eso ocupa los grandes titulares de los medios, y la tendencia es que no tenemos información ni cobramos conciencia de una delincuencia menor, pero igualmente grave, porque afecta la vida concreta y cotidiana de muchos sectores de la población.
Se trata de los robos, con y sin violencia, de casas habitación, de autopartes, y en particular de vehículos automotores.
Sobre este tema suele haber un ocultamiento de datos, o una dosificación de los mismos por parte de las autoridades. Pero con cierta periodicidad aparecen estadísticas altamente preocupantes.
Por ejemplo, acaba de salir una que da cuenta del robo de vehículos en la ciudad de Chihuahua, que nos habla de un ciclo de tres meses, con un reporte de 300 unidades hurtadas, la mitad de ellas con violencia, lo cual hace más grave el problema.
Estamos hablando de más de tres vehículos robados diariamente, lo que denota la falta de servicios policiacos preventivos, a lo que se añade la gravedad de que por lo general ya no se recuperan porque son “deshuesados” en lugares clandestinos, probablemente con la colusión de algunas autoridades.
Hay una tendencia creciente de este tipo de robos, porque durante el mismo ciclo de hace dos años, los datos oficiales eran muy parecidos, o van quedando atrás frente a la ola creciente.
Si la Plataforma Centinela, o los escudos que han inventado los panistas no resuelven esto, el carácter demagógico de ambas empresas públicas, a la postre quedará por los suelos, como un fracaso indiscutible.
Entre las zonas más afectadas se encuentran Ciudad Juarez, Chihuahua capital y la ciudad de Parral, y se dice que se comercializan en regiones como las de Cuauhtémoc, Nuevo Casas Grandes, Namiquipa y Madera, principalmente.