Tras la marcha que en defensa del INE se replicó hace una semana en Chihuahua, algunos me han preguntado porqué no participé. Hay varias razones, y hasta esgrimí una frase, tomada de Arthur Koestler, en la que se afirma: “No puedes evitar que la gente tenga razón por motivos equivocados (…) Este temor a encontrarse en malas compañías no constituye una expresión de pureza política, sino una falta de confianza en uno mismo”. Descartaría esto último, porque creo tener confianza en mí mismo.
El asunto está en la primera parte de aquel pensamiento: no se puede marchar con quienes en la mañana se asumen demócratas y más tarde actúan como verdaderos impostores, apadrinando (“amadrinando”, sería hoy el caso) un evento a todas luces incoherente, no sólo por la discordia entre el propósito, que es legítimo (seminario de periodismo) y la historia pública de los personajes convocantes (periodistas sin ética), sino por la invocación de la memoria de Ryszard Kapuscinski (el periodista con ética) que resulta contradictorio por la naturaleza corrupta de buena parte de los organizadores.
Para explicarme mejor, empezaré, como dicen que se dice, por el principio.
Los procesos de independización más recientes de la prensa “nacional” respecto del poder político en el centro del país y que mantuvo por décadas a las rotativas a su servicio, se sucedieron más o menos en los años setenta. Hasta allá llegó el 68 mexicano. Históricamente son notables las transformaciones y el rumbo distinto –y distante– que tomaron una serie de medios surgidos al calor de los conflictos prensa-poder. Incluso los mismos medios se multiplicaron entre sí por diferencias de visión, pero en un ambiente ya de mayor emancipación.
En Chihuahua se repitió con menos énfasis la dosis a finales de los ochenta y aun a principios de los noventa en El Diario de Juárez de Osvaldo Rodríguez Borunda. Las presiones internas y la imposición de criterios comerciales por encima de los periodísticos provocaron la renuncia en su planta de reporteros, entre ellos Elías Montañez, un periodista del que Borunda nunca pudo prescindir sólo hasta que ocurrió su muerte.
Pero hoy en Chihuahua la prensa no sólo no se ha mantenido lejana del poder, como sugiere una mínima postura deontológica, sino que, por el contrario, se ha sumado a los intereses del gobierno, convirtiendo a los medios en una suerte de vocería a sueldo de sus oficinas de Comunicación Social. Si la sociedad exige, los medios, en general, salen a enmendarle la plana, en este caso, a la gobernadora Maru Campos.
La prensa, a diferencia de lo sucedido en el centro del país hace cuatro décadas o más, se ha mimetizado con el poder, no sólo político, sino el religioso y el económico, que en el caso actual de Chihuahua, son una sola entidad por el nudo de intereses que los mantiene atados.
Pero para aparentar algo de sapiencia, ya no digamos un desenvolvimiento de mayor autonomía, los grupos periodísticos (¿mafias?) usan al gobierno en turno como aval de cuanto evento realizan. Y la reciente organización de un seminario en honor de Ryszard Kapuscinski (sic con cara de interrogación) inaugurado hoy por la gobernadora Maru Campos a través de su nuevo jefe de Comunicación Social, René Sotelo Anauya, en un salón del Palacio de Gobierno, habla de esa connivencia.
Pero lo peor reside en que los convocantes, los que viven del chayote, del periodismo mercenario, de la vocería oficial, de comportarse como agencias de colocación en instancias gubernamentales, son los mismos que han arruinado al periodismo local y se arriman, en un juego de imposturas, a la sombra de un periodista de verdad, como fue el escritor polaco.
O no lo han leído, o no han entendido sus textos, porque si así fuera, no invocarían su memoria para desarrollar un seminario al que ingenuamente o engañados acuden entidades académicas extranjeras. Ni estos conocen a los convocantes, ni los organizadores conocen a Kapuscinski. Estos representan a los cínicos que, según el autor de un libro con este título, no sirven para este oficio.
Por esa razón, en las calles de Chihuahua no se puede marchar con los oportunistas seudodemócratas.
Se entienden las razones. Unos defieden la democracia por razones pecuniarias personales, otros porque solo en ella es dable la libertad y el progreso social. Son diferentes plumajes en un mismo pantano y unos pueden manchar mas a los otros, que los lodos del pantano
Duro y a la cabeza mi buen Lic. Garcia Chavez!