“Me apoya el de arriba (el cielo)”, pero de todas maneras no está de más llegar con un amparo con suspensión debajo del brazo. A eso se reduce la idea de justicia de la aspirante panista María Eugenia Campos Galván. En realidad no se espera más filosofía política de ella.

Pero es importante que se observe la banalización de la justicia en el estado de Chihuahua: jueces de distrito a granel que conceden suspensiones a modo; presidente del Tribunal Superior que se mueve entre dos fuerzas gravitacionales: la muy menguada de Corral y la muy compinchada con el marucampismo, con el que comparte sus teorías medievales de la justicia; notario que no vio nada, algo normal en ese oficio; fiscalías y ministerios públicos mediocres y nada agresivos cuando se involucran cuestiones fuertes y delicadas del poder. 

En medio de todo eso, se continúa hablando de una nómina secreta que ya debiera ser pública, porque ya basta de que la opinión pública de Chihuahua sólo se nutra de filtraciones. Queremos saber, es del interés público, quiénes están en esa nómina de manera completa y no a cuentagotas. Hasta ahora se han trasminado los nombres muy conocidos de Javier Horacio Contreras Orozco, Hortensia Aragón Castillo, Armando Cabada Alvídrez, y otros de menor relieve, si acaso los hay. Pero necesitamos saberlo todo para dimensionar el problema de la justicia, no su administración selectiva, como lo ha pretendido de principio a fin Javier Corral. 

Soy de la convicción de que María Eugenia Campos Galván fue cómplice de César Horacio Duarte Jáquez, que recibía dinero ilícito de él. También tengo la certeza de que ese estigma la va a acompañar de por vida; igualmente opino que el caso debe concluirse judicialmente, con publicidad suficiente y transparencia, pero sobre todo con argumentos sólidos, ya para absolver o para condenar. Que el caso alcance la función de la cosa juzgada, pues. 

Mientras no sea así, es fácil advertir el pánico de la alcaldesa con licencia a una audiencia en la que ya hay sobrados elementos para que se le vincule a proceso, lo que no impediría su candidatura, pero la haría cuesta arriba, sufriendo eventualmente las consecuencias de un fallo condenatorio, cuando este llegase a darse. 

Maru dice que recibe apoyo del cielo. Cada quien sus creencias, pero entre amparo y amparo, suspensión y suspensión, ya se deja sentir muy claro que le saca. Y ella sabe porqué.