Javier Corral Jurado organizó el Segundo Encuentro Nacional Anticorrupción (ENAC II) como una actividad de estricta promoción personal que se llevó a cabo entre el 1 y 2 de octubre pasados. Lo hizo en Casa Chihuahua, espacio cultural que ha trastocado su cometido habitual para alimentar la vanidad del gobernante.

Fue un evento muy costoso con promocionales, espectaculares, hoteles, boletos de avión, honorarios, restoranes y bares que en tiempos de crisis económica y sanitaria podría hacerse por Zoom o cualquier otra plataforma digital, como se estila en este momento.

La audiencia fue escasa y de “invitados especiales”, la burocracia cercana al gobernante con un auditorio a modo para granjearse aplausos. Fue un espacio cerrado a la disidencia y a la propuesta ciudadana. En estricto sentido fue una reunión all inclusive con amigos e intelectuales fraternos. No hubo ni una sola voz de propuesta local.

El ENAC, como le llamaron, es parte de un conjunto de relaciones públicas con personajes que trascienden el ámbito local mediante el que Corral se autopromocionó con cargo al erario. Políticamente es parte de su proyecto personal a la hora en que se agota el quinquenio y en medio de una ausencia de gobernanza que caracteriza hoy a Chihuahua. Discute en foros la corrupción pero no combate la corrupción en su administración. Es “candil de la calle y oscuridad en la casa”.

Javier Corral es un traidor a la ciudadanía en materia de combate a la corrupción. Dejó en la estacada a Unión Ciudadana y se rehusó a proseguir la tramitación de la denuncia original de 2014, que fue la que desencadenó la lucha contra César Duarte y provocó la derrota del PRI en 2016. La denuncia fue planteada igualmente ante las autoridades federales y locales. La causa de este abandono es que Javier Corral no quiso entrar en confrontación con los banqueros por así convenir a los intereses de su equipo gobernante. De manera infantil ha pretendido arrogarse los méritos de la lucha anticorrupción, incluida la de naturaleza cívica.

Testimonial antes, la llegada de Corral a la lucha anticorrupción fue, hoy lo sabemos, con mero interés electoral. Lo orienta la peregrina idea de inaugurar su propia ruta en esta materia para darle un sesgo utilitario en su estricto beneficio personal. La lucha anticorrupción en Chihuahua se inició en la sociedad civil, antes de que el asaltara el poder, cuando todas las instituciones, políticos y partidos estaban en connivencia con César Duarte, particularmente el PAN y sus ramificaciones institucionales. El expediente que se encuentra en la Fiscalía estatal de César Peniche está prácticamente sellado y no se nos permite el acceso al mismo, no obstante el carácter de denunciantes de los representantes de Unión Ciudadana.

Lo que se ha hecho de la mano del gobierno del Corral tiene deficiencias sustanciales y es posible que a la hora del balance se convierta en un fracaso. La “lucha” corralista representa un ejemplo de justicia selectiva ya que mantiene como testigo protegido y colaborador a Jaime Herrera, secretario de Hacienda de César Duarte, consejero ejecutor de la corrupción y artífice de un banco frustrado que Duarte pretendió construir para apalancar sus proyectos políticos.

De los dientes para afuera Corral se ha comprometido “hasta donde tope” a iniciar una investigación penal contra María Eugenia Campos Galván –alcaldesa panista de Chihuahua– por la participación y complicidad en delitos durante el gobierno de César Duarte y no lo ha hecho por estrictas razones de partido.

El enfoque corralista contra la corrupción es político-partidista y desprecia los instrumentos jurídicos en perjuicio del Estado de derecho. Su lema de “Ni perdón, ni olvido, ni impunidad” se subvierte en los hechos en el “Sí hay perdón, sí hay olvido, sí hay impunidad” hacia los corruptos, su administración incluida, como ocurre en casos como el de su exjefe de Comunicación Social, Antonio Pinedo, quien no sólo no ha sido sancionado sino recontratado como coordinador de asesores y jefe de Proyectos Especiales.

Se ha partidizado el gobierno y se intenta dejar a Gustavo Madero como candidato a gobernador. Hay nepotismo, tráfico de influencias, peculado y abandono del carácter neutral que ha de tener la administración pública. Su gobierno ha sido un reparto burocrático de despojos que ha hecho de la administración una agencia de colocaciones para sus amigos, y esto también es corrupción. Eso incluye el nombramiento directo del titular de la Auditoría Superior del Estado, cuya institución hasta ahora ha operado partidista y ornamentalmente.

Corral mantiene un divorcio con el gobierno federal por el desprecio de gobernar con la ley en la mano, haciendo a un lado sus obligaciones constitucionales, pero sobre todo porque se ha desenvuelto en la frivolidad de estar en el green jugando golf, en la cancha de tenis o en las vendimias de los oligarcas de Chihuahua.

Por eso el ENAC ha sido prácticamente una reunión pagada y a modo. Y desde luego, realizado en un recinto público convertido en un búnker, con barreras de acero, enfundados de negro, y muchos policías vestidos del mismo color. ¿Estuvieron de luto?