No soy Gallo Blanco, soy Atlante. Rafael Espino De la Peña aún no es candidato de MORENA y ya tuvo necesidad de practicar el primer control de daños para sanear sus pretensiones políticas. Cronistas deportivos, queriendo y no, develaron la calidad empresarial de Espino; y eso que ya se sabía aquí es un importante dato con implicaciones políticas. El hecho generó una pregunta: ¿de parte de quién llegó lo que hoy en control de datos se desmiente? Esta columna no lo sabe y por tanto no está en condiciones de afirmar absolutamente nada, salvo que hay patadas que se dan por debajo de la mesa. El tiempo contribuirá a esclarecer lo que, de inicio, no se prejuzga que sea un hecho de corrupción y mucho menos un delito, porque en este país hacer negocios está permitido por la Constitución.
Empero, sí es de guardarse el dato –paradójico, dirían algunos– de que un partido que se asume de izquierda tenga en su elenco como precandidato a un hombre que hunde sus raíces en la burocracia del priísta Ernesto Zedillo, que sea en la mayor parte de su vida un extraño en la vida pública de Chihuahua y que reúne una condición inédita en la historia de los pretendientes y ocupantes del ejecutivo estatal, pues se trata de un hombre de negocios de estatura, que además le gusta hacerlos, lo que de suyo suele generar conflictos de interés.
Rafael Espino para “enraizarse» nos habla de los jamoncillos de Parral, recién es “editorialista” de El Heraldo, se gratifica de los tiempos de Giner, antes de eso fue colocado en un cargo “honorario” que tiene que ver con el petróleo y de todo ello de alguna manera nos ha hablado con relativa abundancia. Pero fue por vía indirecta que el gran público se entera de sus aficiones y ocupaciones empresariales.
Desde la izquierda democrática se ha lanzado aquí en Chihuahua, como en ninguna otra parte, la necesidad de separar los negocios públicos de los privados para evitar la corrupción, y si bien los que están en la iniciativa privada tienen plenos derechos, la realidad es que hay que tomar como un indicador y precedente lo que aquí se expone para futuras evaluaciones. Esta columna tiene gran afecto por la investigación de los actores políticos y engrosa su expediente.
José Mújica, el insigne guerrillero que llegó a ser presidente del Uruguay, dijo que aquellos a los que le gusta la platita, que se dediquen sólo a los negocios, porque la política y la función pública van en otra dirección. Si bien es cierto hay excepciones, la realidad es que son muy, pero muy pocas.
Por lo pronto, apunte el dato: todavía no es el día del baile, pero algunos ya están vestidos de gala.
PRIismo rancio Delamadridista, Salinista, Zedillista y hasta que llegó el PRI se metió al tugurio del PRD en el DF, hoy CDMX en el Gobierno de otro PRIista, Andrés Manuel López Obrador, pero a diferencia de él, Espino proviene de la más rancia clase político-empresarial postrevolucionaria que procreó el PRI en su “dictadura-perfecta”. ¿De izquierda este señor? Lo dudo, ni siquiera liberal. Muy buenos para predicar el comunismo pero vivir como burgueses empedernidos, cuando no, plutócratas.
ESTE GRAN DILEMA NACIONAL (EL «EMPRESARIO, EL CONFLICTO DE INTERESES, EL BURGUES QUE SE REVISTE DE IZQUIERDA, EL INVIERTE SU DINERO CON LA USURA Y MIENTE AL PUEBLO, PARA RECUPERARLO ROBANDO… ETC)…YA NADA DE BIEN HACE A NUESTRO PAIS Y MUCHO MENOS A CHIHUAHUA….¡URGENTE MOVER LAS CARTAS!…LA GOBERNATURA, EVITEMOS QUEDE PRENDIDA CON LOS MISMOS DAÑINOS DE SIEMPRE….¡SEAN DEL MATIZ QUE SEAN! Y QUE EVITEMOS NOS ENGAÑEN CON BANDERAS FALSAS COMO: DUARTES, CORRAL NI SE DIGA (INEPTITUD ANDANTE)..ESTAS ENGAÑIFAS YA BASTA, ¡BASTA!…. OJO
Andrés Manuel López Obrador es PRIista de nacimiento y de formación.