A Víctor Quintana le gusta la sociedad civil pero le fascinan los puestos públicos, la nómina. Es practicante del adagio “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, frase inmortal de “El Tlacuache” Garizurieta. Pero tengo como injusta la desquintanización que practica Corral en la Secretaría de Desarrollo Social… y Humano que realiza a efecto el señor Luis Alberto Aguilar Lozoya, oscuro diputado con licencia. Al nuevo secretario le da por encerrarse en su oficina, por no recibir a nadie, encargar comidas a la oficina permanentemente  y delegar las tareas en la señora Alejandra Varela Ortíz, ahora con fama de ser el poder tras del trono, en realidad no porque tenga mucho, sino porque el que lo ocupa no hace nada. 

A Luis Alberto Aguilar Lozoya le interesan otras tareas: construir su andamiaje a la candidatura por la alcaldía del municipio de Camargo, repartir despensas con la correspondiente divulgación de fotos que den cuenta de su filantropía estatalista y –lo dicen las señoritas del lugar– ostentarse cual si fuera un Clark Kent, musculoso y con camisetitas que muestren su fornido cuerpo.

Nada que no se haya visto antes, pero que diga que le llevó la guillotina a Quintana es una fanfarronada, porque al menos para hacerlo debiera de mostrar que sabe más que él. Y eso está difícil. 

Es el síndrome Aparicio-Peniche-De la Vega-Mesta que azota al quinquenio.