
Por atender al príncipe “Andy”, descuidan a la presidenta
La noticia del desprecio de algunos encumbrados morenistas a la presidenta Claudia Sheinbaum corrió como reguero de pólvora, no nada más entre la clase política sino también en los medios y en la sociedad en general. Sólo en apariencias se trata de un hecho insustancial, producto de las circunstancias o la casualidad. Si nos dijeran que es una formalidad, habría que recordar al clásico: forma es fondo.
Mi comentario pretende un poco más el fondo. Como todos sabemos, el presidencialismo mexicano está muy emparentado con la monarquía, y al titular del Ejecutivo no es casual que se le vea como a un rey, o una reina, y que además, a quienes están cerca de palacio se les tilde de formar parte de la selecta corte que rodeaba a los monarcas, particularmente a los absolutos, que establecieron toda una parafernalia barroca y memorable que en sus estilos ha trascendido a nuestro país.
Todos hemos visto, porque hay un video, la desatención que tuvieron Adán Augusto López y Ricardo Monreal, coordinadores parlamentarios en la Cámara de Senadores y Diputados, respectivamente. También Luisa María Alcalde Luján, presidenta nacional de MORENA; Manuel Velasco, senador del Partido Verde; Alejandro Esquer, senador y hombre de todas las confianzas de Andrés Manuel López Obrador; Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del Banco de México; y Andrés Manuel López Beltrán, el príncipe, al que al parecer atendían primordialmente.
Puedo suponer que todos los mencionados saben bien lo que es la corte y la cortesanía que obliga. Pero el comentario sobre el particular lo dejo para el final. En realidad llama la atención el desprecio por la investidura presidencial, el descuido, si no de protocolos, al menos de reglas elementales para la seguridad de la presidenta, ya que cualquier incidente que sufra puede tener consecuencias políticas importantes.
También, como ha dicho el periodista, Raúl Trejo Delabre, se advierte una desorganización completa en torno a los movimientos de la presidenta, que sin añorar los servicios que prestaba el Estado Mayor Presidencial, debieran ser de mayor atención.
Lo que está fuera de dudas es el mensaje que el hecho lanza. Nos dice que esa dualidad de poderes que se advierte en el país está más presente que nunca en las atenciones que se le están brindando al cachorro de la Cuatroté, al opacar la figura presidencial de Claudia Sheinbaum. Un tema realmente preocupante porque tarde o temprano tendrá que venir una separación que trace la fisonomía propia del actual gobierno y, si no llegase a suceder, quedaría Sheinbaum como una muñeca de paja gobernada desde Palenque.
Esto explica, en la miga principal del caso, que se atienda más a “Andy” y prácticamente nada en la escena a la presidenta. De por sí la convocatoria al mitin se ve como una orden de AMLO, el trato preferencial a su hijo lo corrobora.
Cualquiera que haya leído La sociedad cortesana, de Norbert Elias, sabrá que el aparato cortesano tiene sus reglas y ellos las profesan, pero no en relación a quien debieran, y su servidumbre es tal que las disculpas públicas que ofrecieron buena parte de ellos son realmente proverbiales, tanto por defecto como por exceso.
En cambio “Andy” –hijo de tigre, pintito– no se disculpa, pero habla en plural y elogia a los que “dedican” su vida el servicio público.
Lo que es el barroquismo cortesano maltrecho: en otro lugar del país, un camión de pasajeros, cargado de morenistas acarreados, caía en un barranco, y hasta este momento habían fallecido 19 personas. Que de ellos se ocupen las funerarias y les tributen lágrimas de cocodrilo.

