
Con todo y reforma judicial, sobrevivirán los violentadores
La bomba mediática que soltó la todavía magistrada del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chihuahua, Adela Jiménez Carrasco, tuvo varias dedicatorias y algunos efectos; esto, luego de publicar el pasado 20 de febrero una carta a la opinión pública en la que informa sus razones para no participar en el proceso electoral judicial impuesto por la Cuatroté para este año.
Jiménez Carrasco es una de las pocas trabajadoras del sistema judicial que en el estado se forjaron mediante una verdadera carrera judicial y no, según denuncia ella misma, surgida de un mero proceso político en el que “fui utilizada”, dice, en clara referencia al duartismo, que invadió totalmente a un supuesto poder independiente, se despidieron magistrados y se impusieron a algunos fanfarrones, como el “vulgar borracho”, “violentador de mujeres” y bravucón que “gritaba a los cuatro vientos” que sería magistrado presidente.
Adela Jiménez se refiere al magistrado Luis Villegas Montes, quien formó parte de la cuota que le aportó el panismo a César Duarte en la etapa de la referida imposición que desde palacio dieron en llamar “ola oxigenadora”, a finales de 2014.



Pero la historia no cambia: Villegas Montes tampoco participará en el proceso electoral judicial, porque, léalo usted bien, ya tiene amarrado, de nueva cuenta, el supuesto cargo de administrador del Poder Judicial, órgano de nueva creación que resultará de la reforma lopezobradorista, perdón, de Claudia Sheinbaum. Con sus bribonadas Villegas no da paso sin huarache, ya tiene listo su manual de supervivencia, y por lo visto, tampoco nadie sabe para quién trabaja, o mejor dicho sí: lo saben la gobernadora Maru Campos y los legisladores de la Cuatroté.
La magistrada dice que aunque siempre ha sido institucional, la reforma, a pesar de ser necesaria, “golpea profundamente la carrera judicial”. Se reafirma como una persona orgullosa de haber contribuido a “cambiar criterios para juzgar con perspectiva de género” y reseña su historial para afianzar la importancia, precisamente, de la carrera judicial, en su caso, desde que empezó como escribiente y concursando para obtener los puestos que fue escalando en el sistema local.
En el documento que entregó al Consejo de la Judicatura, Jiménez aclara que su declinación a participar en el proceso electoral “no implica la aceptación tácita de la constitucionalidad de la reforma judicial” y tampoco su conformidad con la separación de su cargo para el que fue designada hasta el 15 de noviembre de 2029.
Acusa formalmente haber sido objeto al interior del TSJ de “injurias, insultos y embustes”, señalamientos que también refiere en su carta a la opinión pública publicada el mismo 20 de febrero pasado.
Dice que aprovechará el momento para solicitar su jubilación, luego de 28 años de servicio. Al final de su carta, sugiere algo que pocos, desde adentro, no se atreven a señalar en estos momentos de aparente transición: “¡Que los políticos hagan política, que los legisladores hagan leyes, que los juristas interpreten la ley y lleven juicios justos” y que ojalá, “por fin, el Poder Judicial sea independiente!”.

