Casi todos los diccionarios que consulté coinciden en la definición de la palabra “predicción”: adivinanza, profecía, augurio, presentimiento… 

Y eso es lo que oferta la encuestadora neolonesa Massive Caller, según reza el eslogan en su landing page en internet, que vende como principal producto el “acceso a sus predicciones rumbo a las elecciones de 2018” y acompaña la entrada con la foto de un celular –para que se sepa que su plataforma es portable– que a su vez contiene el ejemplo parcial de una encuesta en la que Javier Corral Jurado rebasa, con una larga línea azul y el 37.80 en porcentaje, a gobernadores de otros seis estados. No se ven, por supuesto, a los tiburones de otras entidades que se comen al terciario pescadito azul.

Más claro, ni el agua: Massive Caller, propiedad de un expanista, vende “predicciones” y no encuestas con rigor estadístico y científico. Vende adivinanzas. Y aún así, lo denunciado ayer lunes por la prensa fifí de Corral, en el sentido de que el gobernador chihuahuense gastó del erario 1 millón y medio de pesos para que la “encuestadora” lo subiera del 27.4 al 39.2 por ciento de aprobación en menos de dos meses, puede ser materia para Mónica Vargas Ruiz, secretaria de la Función Pública, pues estamos ante la presencia de un probable acto de vulgar corrupción. 

Esa prensa fifí reveló que el dueño de la referida encuestadora es el exregidor panista de Monterrey, José Carlos Campos Riojas, quien aparentemente y de súbito “irrumpió en el mercado de las encuestas a favor del albiazul poco antes del proceso de 2018” y apuntaló con cifras maquilladas la falsa popularidad del entonces candidato presidencial Ricardo Anaya.

Sin embargo, como fundador de Massive Caller, asentada en San Pedro Garza García, se anuncia como experto en el tema y de contar con “la encuestadora más acertada” en base a una “efectividad del cien por ciento” desde el proceso electoral de 2016. 

Massive Caller, la ‘encuestadora panista’

Como sea, la denuncia es grave. Hasta ahora el problema es que Javier Corral se burla de la prensa que lo critica, pero no hemos visto cómo reaccionaría –aunque es de esperarse– con la prensa que lo denuncia. Porque desde hace tiempo que el comportamiento de quien despacha en el Palacio de Gobierno, en el campo de golf, o en la vendimia de Vallina, utiliza el método de aplicar la ley del hielo para con la prensa crítica con el doble propósito de evadir, por un lado, los cuestionamientos que se le hacen, y luego, de no hacerse cargo de su responsabilidad como mandatario, obligado a responder y a no agredir física ni verbalmente a los reporteros, como lo ha hecho ya en varias ocasiones. Un tercer agravio es que habiendo sido él mismo periodista, no sepa cómo tratar a los que algún día fueron sus colegas.

Algún maleficio ha de tener ese palacio de gobierno, porque de la misma enajenación se contagió –y según parece, es incurable– su antecesor, César Duarte, el vulgar ladrón, corrupto en fuga. 

La única diferencia es que Javier Corral en breve tendrá más recursos económicos para mover la bola de cristal a su antojo. Ya lo anunció su amigo más fiel, Gustavo Madero: “sí veo a Corral en 2024”. 

Puros brujos.