Podrán colgar mantas no en tres ni en cinco puentes de la ciudad, sino en muchos más, pero la calidad de delincuentes de todos y cada uno de los integrantes de la pandilla de César Duarte –procesados o no– son lisa y llanamente delincuentes. No se puede caer en el falso dilema de si son políticos presos o presos políticos, ese debate hace mucho tiempo fue dirimido con sólidos argumentos. Podrán tener el común denominador de haber incursionado en la política, unos para medrar violentando a través de su posición el orden jurídico, cometiendo delitos particularmente que tienen por objeto el saqueo de las arcas públicas, a diferencia del auténtico preso político que lo es por la congruencia con sus ideales de opositores a situaciones insoportables y límites, por ejemplo. 

Nunca se podrán comparar, por poner un par de ejemplos, Valentín Campa y Demetrio Vallejo y los líderes del 68 mexicano, con especímenes de la ralea de algunos de los que ahora en Chihuahua pretenden tener la calidad de presos políticos cuando que de lo que se les acusa es de su complicidad con una tiranía de depredadores y ladrones. 

César Duarte, Javier Garfio, González Tachiquín, Antonio Tarín, Jesús Esparza, Ricardo Yáñez, Alejandro Villareal son simplemente delincuentes, se les comprueben o no los cargos que se les imputa, estén o no en prisión o sean fugitivos. 

Lo dicho es una obviedad, no se necesita ni ahondar en complejas teorías y libros polémicos o herméticos por su dificultad para leerlos. Pero hay algo más: con la acción de las mantas colgadas, agregan a su biografía la desvergüenza y el cinismo. No han sido linchados, como procedería en una sociedad atrasada, porque la prisión misma los ha salvado de tal circunstancia, y qué bueno.

Esto que considero una verdad más grande que el Cerro Grande, no exonera al gobierno de Corral ni a su inútil fiscal de cometer hierros, de no hacer las cosas con calidad y con los márgenes que el derecho vigente supone. Al respecto, tres faltantes persiguen a este gobierno que ha quedado a deber a los chihuahuenses: la impunidad de César Duarte, el fugitivo, la protección de algunos corruptos como Jaime Ramón Herrera Corral, lo que ha dado pábulo a la existencia de la justicia selectiva y el caso del exsecretario de Salud, Pedro Hernández, que alcanza niveles de escándalo.