Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre sintetiza la negra historia del PRI en el Distrito Federal. Heredero de una fortuna proverbial por el control que su padre tuvo sobre los pepenadores de basura, que lo convirtió aparte en dueño de enormes recursos económicos, en el jefe de una poderosa corporación clientelar en los años de esplendor del PRI. Y cuando digo esplendor es cuando los habitantes de la capital de la república carecían absolutamente del derecho a elegir sus gobernantes y hasta con todo cinismo le daban el título de Regente –como si se viviera en una monarquía– a lo que en realidad era un jefe designado del Departamento del Distrito Federal. Tan pronto hubo democracia y elecciones, el PRI no ha visto la suya. Tanto es así que a este señor Gutiérrez de la Torre se le encomendó a ultimas fechas, sacado de la basura, el encargo de liderar a los priístas en tan importante plaza.
El escándalo por trata de personas, que tuvo como centro las oficinas mismas del comité principal en el DF, fue tal que su líder prácticamente tenía, cual si fuera un sultán con harem, un grupo de adiestradas “edecanes” para todo tipo de favores sexuales, “no nada más para el café”, incluso reglamentados de acuerdo a sus deseos y caprichos. Todo se le derrumbó al descubrirse el escándalo, a grado tal que uno de sus protectores, César Camacho, presidente nacional del PRI, tuvo que declarar que se investigarían los hechos que él cataloga de supuestos, aunque de ellos ya se habían ocupado con antelación periódicos nacionales como Reforma o globales como El País, de España.
Cuando este liderzuelo asumió el cargo, ofreció “una nueva etapa del PRI en el DF”; el resultado fue la ignominia que ahora se conoce por todas partes. Este líder emblematiza muy bien lo que ha sido y no deja de ser el PRI, un fósil que recurrentemente se muestra con sus muy malas artes, ya en un aspecto, ya en otro. Convertir las oficinas del partido en un centro para la trata de personas, se ha convertido en el colmo de los colmos. Si al “gober precioso” no le pasó nada…
Por eso ya en toda la república circula un nuevo logotipo que rebautiza al PRI como Prostitución Revolucionaria Institucional. Me parece bien el muy sintético artículo que doña Guadalupe Loaeza publicó sobre este asunto, y sobre todo la conclusión a que llega: venía de la basura y está en la basura. Ojalá y el asunto se investigue a fondo y se aplique el merecido castigo que las leyes previenen para este grave hecho.