El ingenio del exsecretario de Hacienda duartista, Jaime Herrera Corral, no tiene límites. Su habilidad fue extraordinaria para pasar sin ser tocado por autoridad alguna siendo funcionario público y bancario a la vez, y además autodepositarse en su unión de crédito (y el de Duarte) 80 mil millones de pesos para aparentar liquidez. El truco más reciente que elaboró fue venderle a la administración panista su garganta profunda, muy profunda, a cambio de inmunidad (palabra que se puede escribir impunidad).

Pero el caso verdaderamente fuera de serie fue el de ir a agradecerle a la virgencita los favores transexenales recibidos, tanto del duartismo como ahora del corralismo, ya que como testigo protegido (su ficha trascendida en los medios lo identifica como “T701”) ha podido hacer lo que sus excompañeros de gabinete no han podido, al menos no Garfio, ni Villegas ni Yañez, encarcelados actualmente enfrentando procesos penales supuestamente por las revelaciones de aquel.

El hombre misericordioso y bueno (además librado de la justicia chihuahuense) en que se ha convertido el exsecretario de Hacienda, puede observarse en las fotos que se muestran enseguida, una secuencia que demuestra su hondo fervor y devoción: