En una conversación telefónica, similar a magistral conferencia, un querido amigo me comentó un tema
de primera importancia. Se define así a partir de una pregunta: ¿es huella indeleble y estigma

permanente el haber colaborado con una tiranía como la de César Duarte en Chihuahua? Para él, cuyo

nombre omito, la respuesta es sí. Esa historia, insiste, los hunde, los mancha, los inhabilita para fines

prácticos, y la sociedad deberá recordar sus nombres para reclamarles sus faltas y crímenes presentes e

impunes.
 

Raymundo Romero
 

Mi amigo además puso ejemplos históricos: Lorenzo de Zavala y su traición a México en la revuelta

texana; Lucas Alamán, con grandes méritos personales, pero intelectual del despreciable santanismo;

José Fernando Ramírez, ilustre jurista chihuahuense de gran mérito, que se enlodó con el Imperio de

Maximiliano; Pascual Orozco, impulsor de la Revolución, pero colaboracionista del chacal Huerta. Y

agregó otros paradigmáticos ejemplos. Claro que una mala biografía debe tener consecuencias, y en el

futuro inmediato, a juicio de mi amigo, figuras como Raymundo Romero, de por sí quemado; Mario

Trevizo, José Miguel Salcido, Jaime Herrera Corral, Enrique Serrano, Javier Garfio, Héctor Murguía,

Rodrigo de la Rosa y papá, Carlos Manuel Salas, Jorge González Nicolás, Manuel Russek Valles, la

impresentable Karina Velázquez; Juan Ramón Flores, Carlos Hermosillo, monumento a la impunidad

con fuero, entre otros (y agradezcan las omisiones), ya no pueden reciclarse para aparecer de nuevo en

la escena pública como si nada hubieran hecho. Guardando las proporciones, se debe entender que

procesos tales como la desnazificación que vino después de la derrota de Hitler en 1945, se pueden

llevar a la escala local para que la sociedad sepa cuáles son sus enemigos y ya no les brinde

oportunidades del tamaño de haber convertido a Patricio Martínez en senador, cuando lo lógico es que

lo hubieran mandado al destierro político. (No quiero pasar por alto que ninguno de los integrantes de

la pandilla descrita no tienen los méritos de Zavala, Alamán o Ramírez).
Ñ 

Juan Ramón Flores
 

En términos de tango, lo que mi amigo me dijo es que a personajes de esta ralea hay que decirles de

aquí en adelante, al cerrarles las puertas, alláte che, que vos también tenés tu historia.

¿Odio? Algo, para qué lo vamos a negar; pero sobre todo ciudadanía activa, para luchar contra los que

dañan a nuestro pueblo. No otra es la lógica del legendario consejo del refranero de la Grecia clásica:

onsidérate en guerra con los enemigos de tu pueblo.