La exacerbada violencia que se ha registrado en el estado le ha tendido al gobierno local la trampa perfecta para que, al menos discursivamente, mantenga los criterios de antaño a la hora de afrontar los niveles de inseguridad que hoy por hoy, dadas las circunstancias, se asemejan a la etapa más oscura del calderonismo-duartismo.
La tentativa del momento actual se ofrece como una oportunidad que desaprovechan las instituciones encargadas de la seguridad interior. Por un lado, el aparecer copiosamente en la prensa con policías y militares “blindando” la región de Cuauhtémoc, revela que el divorcio entre los medios y el gobierno estatal puede acabar y darse un segundo aire. No en vano, hasta la publicación de ganadores de becas, que bien se pueden corroborar desde un teléfono celular, fueron de intercambio comercial entre los rotativos más conocidos de la entidad y los gobiernos panistas este fin de semana.
Por otro lado, la misma visión reduccionista del pasado reciente cobra vida entre tanto muerto, porque lo mismo se decía en la etapa más dura de la violencia suscitada entre lo que terminaba Felipe Calderón en el país e iniciaba César Duarte en Chihuahua: “los muertos pertenecen a los bandos criminales, se matan entre sí; déjenlos que se maten entre ellos”.
Ir en caravana frente a las cámaras no demuestra el papel de inteligencia que han de desarrollar las corporaciones encargadas de procurar la seguridad en la entidad. La sierra tiene visitantes asiduos, pero es obvio que en cuanto los encargados del “orden” se retiren (algunos dirían, hasta que pacten), los grupos del crimen organizado tomarán de nuevo sus espacios. Y todo volverá a su estado “natural”.
La violencia parece estarle ganando terreno al corralismo, pero crearse una atmósfera de combate artificial con apoyo de los medios que tanto se criticaba desde adentro, no parece, tampoco, ser la mejor receta –si lo fuera– para enfrentar ese mal. Algo se tiene que hacer. Pero lo que es cierto que no debe ocurrir es repetir la fórmula duartista de inventarse una realidad con la ilusión que otorga una fotografía o una imagen de video. La sociedad ya lo ha superado. Esperemos que las instituciones renovadoras también.
El 28 de febrero del 2015 es el corolario de una hazaña gloriosa iniciada el 28 de noviembre de 2014 en donde un Auditorio Municipal repleto en su totalidad dio albergue a hombres de la talla de Francisco Barrio Terrazas, de Javier Corral Jurado, de Víctor Quintana Silveira, de Jaime García Chávez y de la honorable presencia de Ciudadanos Rebeldes que valientemente evidenciaron a quien constituyó una especie de nobleza y de riqueza codiciada, aun por los capitalistas. Un tirano que confirió privilegios y seguridad personal; que suministró patentes de impunidad y gloria cortesana a aquellos que se avinieron al estilo nuevo de rapiña y desorden. Su “muso” político fue Don Porfirio que cuido siempre de mezclar, a los ocho jueces de la capital a los veinte magistrados de la Suprema Corte, la mayoría reconocidos bribones de que se valía para forzar sentencias en los casos que le convinieren. Los “honrados” se doblegaban consolándose con no ser los autores, sino apenas encubridores de la corrupción de la justicia. De los amaestrados decía Don Porfirio, en su léxico de estadista romo y vulgar, que eran el nauseabundo “retrete” necesario en toda porqueriza. ¡28 de febrero no se olvida y nunca estará fuera de lugar!
Mañana 28 de febrero y para Unión Ciudadana es una fecha que no debe pasar desapercibida, alguna acción habrá de hacerse; hasta para ponernos de acuerdo en las acciones a seguir.
En alguna ocasión comentaba que la sociedad civil espera mucho de nosotros y no vamos a defraudarles, por lo pronto no olvidar nuestro principal objetivo: ¡¡Cárcel para César Duarte!! vamos a poner el ejemplo de que cuando el pueblo se organiza todo se puede hacer.
Adelante Lic. Jaime García Chávez no está Ud. solo, somos ya muchos los que confiamos en su liderazgo. ¡Hasta la Victoria Siempre!!