Nuevas balaceras al margen, ahora nos desayunamos con que la joven Nubia Rodríguez intentó pasar la frontera de Ciudad Juárez a El Paso, Texas, cargando 121 paquetes de mariguana. Lo hizo en un automóvil compacto y fue “pescada” por autoridades norteamericanas que procedieron a detenerla para ponerla a disposición inicialmente de la Oficina de Aplicación de las Leyes de Inmigración y Aduanas. Hoy está en una cárcel de El Paso y probablemente obtenga su libertad mediante la exhibición de una fianza que alcanza los 250 mil dólares, esto sin contar con las sanciones que deberá recibir en el cuerpo policiaco mexicano para el que trabajaba, en la muy certificada policía que dirige Pablo Rocha Acosta.
El hecho no es menor y habla de la colusión de las llamadas fuerzas del orden con la delincuencia organizada, y en este caso el narcotráfico. Es dable conjeturar que este hecho, grave de suyo, es simplemente una de las puntas del iceberg de la complicidad que existe con el narcotráfico y que deja sobradamente en la evidencia los presuntuosos y demagógicos discursos de la gente del poder, en este caso de manera directa el fiscal general Jorge González Nicolás, y el mismo Rocha Acosta, un gendarme en apuros.
Para nadie es un secreto que hay un drenaje por donde circula dinero negro del narcotráfico para la alta burocracia política de Chihuahua. Doña Nubia Rodríguez es simplemente un buen botón de muestra, ya que atreverse a pasar la frontera con la caga ladeada habla de una osadía sólo entendible con la protección y anuencia de esa mezcla explosiva que resulta de crear monstruos con apariencia de gente honrada que presta sus servicios a las policías para ocultar la esencia misma del carácter más vulgar de delincuente. ¿Será este otro incidente aislado?