Finalmente una corte norteamericana en Brooklyn, Nueva York pronunció la palabra guilty en contra del exsecretario de Seguridad Pública transexenal, Genaro García Luna. Extraído de las entrañas del autoritarismo priista, doce años sirvió al más alto nivel a los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, destacando con este, luego de la declaración de guerra contra el narcotráfico, que se convirtió en un baño de sangre para la república sin solucionar absolutamente nada; por el contrario, aquí nos encontramos en un infierno como el que se narra en la película homónima de Luis Estrada que hizo famoso al personaje de “El Cochiloco”.
La noticia ha ocupado todo el análisis de coyuntura, cobra perspectiva para la etapa que viene al acrecentar la hegemonía lopezobradorista y ponerle pesada losa encima al Partido Acción Nacional, sin duda el más importante de la triple alianza que no acaba de consolidarse.
Van algunos apuntes breves sobre este suceso, que sintetiza pasado, presente y nos habla ya de un futuro:
En primer lugar, qué bueno que se decantó la Corte por la culpabilidad del superpoderoso hombre del calderonismo, y con él se ponga en el centro que el fenómeno del narcotráfico no es simplemente una actividad de delincuentes agrupados en cárteles, sino que está dentro del Estado mismo, en sus altos funcionarios, en las fuerzas armadas, en el mundo de las finanzas, en el negocio relativo al trasiego de armas para pertrechar al crimen.
Se puso en evidencia para los que tengan oídos para oír y ojos para ver, que Genaro García Luna no estuvo solo en la estructura que ha destruido a México.
Nota aparte requiere que esa declaración de culpabilidad, y otras importantes en la materia, como la de “El Chapo” Guzmán, se tramiten, procesen y diriman fuera de nuestro país, lo que significa que el sistema judicial mexicano ha colapsado y que no tenemos procesos efectivos de rendición de cuentas, dentro de lo que podríamos llamar “nuestra soberanía”.
Estamos inmersos, pues, en procesos de integración y arbitrajes globalizados en los que se pacta que sean tribunales de fuera del país los que resuelvan los grandes problemas que México tiene no nada más de tipo penal, como el de García Luna, sino de naturaleza económica estratégica.
El escándalo García Luna se encapsula en el delicado problema del narcotráfico, pero el de las personas concretas de nuestro país, que desde 2006 para acá han perdido la vida, se han visto desplazados, desaparecidos y todo lo que ya sabemos que se asocia en un clima de guerra, no importan. Lo que importa es el narcotráfico en el que el gobierno de los Estados Unidos tiene las manos metidas hasta los codos. No olvidemos que a Genaro García Luna casi le daban reputación de héroe y lo distinguían. Este es otro déficit.
Y uno altamente preocupante: el encubrimiento de las fuerzas armadas, en particular del Ejército mexicano, que tienen nombre y apellido: Salvador Cienfuegos, detenido en los Estados Unidos, entregado a México y prácticamente convertido en un intocable del actual gobierno.
No se le investigará, y en cambio tenemos a la vista que casos de violencia extrema o de corrupción política quedan impunes, como serían los crímenes de los estudiantes de Ayotzinapa, o el caso César Duarte, a ocho años y medio de haberse hecho evidentes, que permanecen sin la aplicación de la justicia, y por tanto podemos afirmar que el Estado de derecho en nuestro país es una simple frase hueca, ya ni siquiera buena para los discursos, pues aquí el apotegma es no me vengan con que la ley es la ley, y en eso colaboran funcionarios judiciales del tipo de Yasmin Esquivel.
Estas notas se escriben desde el balcón chihuahuense, recordando lo que significó el belicoso calderonismo y la acción de García Luna, generales como Felipe de Jesús Espitia y un gobierno que en su momento claudicó ante el militarismo.
Aquí en Chihuahua, especialmente en Ciudad Juárez, se mide en cantidad de miles de muertos, pero el guilty contra García Luna no se ocupa de eso, y menos podemos esperar de la justicia mexicana.
Me confirma en esa convicción que la actual gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, frente a la noticia emitida en Nueva York, sólo alcance a decir que es un asunto politizado “de allá”, cuando antes dijo que Felipe Calderón era su “mentor, estadista y un gran presidente al que quiero y admiro”.