¿Es la muerte el sino de Chihuahua? Abrumados por un sin números de noticias, algunas francamente manipuladas para desviar la atención de temas esenciales, pareciera que en Chihuahua no nos hemos hecho cargo de que nuestro destino es vivir en la cotidianidad de la muerte.
Con la llegada de la pandemia y los escándalos de la política nos desentendemos de que el estado, como buena parte de la república, convivimos –quepa la paradoja– con la muerte. Estamos entre los primeros tres lugares de mayor letalidad a consecuencia del Covid-19 y a un lado de esto el escalofriante sitio número dos en cuanto a violencia que se produce por homicidios, buena parte de ellos inequívocamente por ejecución, una especie de limpieza que dentro y fuera del crimen organizado se realiza a ciencia y paciencia de un estado que está a una micra de fracasar en la importante tarea de brindar seguridad a la población.
Como se diría en la literatura, la muerte tiene permiso; pero no sólo, también es cosa de todos los días. Chihuahua no puede presumir nada en esta materia, lo que sí puede mostrar, en cambio, es el fracaso de las instituciones. Tres gobernantes: Javier Corral, como gobernador que no dio la talla; María Eugenia Campos Galván, con su falaz Escudo Chihuahua; y Armando Cabada, que puso al frente de las instituciones preventivas del delito a los mandos policiacos de la época de Duarte, mostrando su proclividad y compromiso con la delincuencia, son tres botones de muestra más que elocuentes de funcionarios públicos de alta importancia que jamás trabajaron a fondo el tema del combate a la delincuencia, para brindar el sosiego largamente anhelado a la sociedad
El gobierno de la república nos ofreció abordar este tema, junto con la lucha anticorrupción, como dos de los grandes ejes de una empresa pública de grandes dimensiones. Está a un paso de agotar un tercio de su estancia constitucional en el ejercicio del poder y los resultados se ven muy distantes, por decirlo gratamente. De hecho, López Obrador asumió el poder un día después de la elección de 2018, y en un giro de 180 grados se deshizo del compromiso de regresar a las fuerzas armadas al marco constitucional y creó la pantalla de la Guardia Nacional que, a la postre, ha ocupado a la totalidad del ejército en tareas de seguridad y en amplios campos de las actividades de la administración pública en las que nada tiene que hacer y además es lesivo que lo haga.
Desde lo local, lo federal, y no se diga en el esquema global, estamos en el mismo sitio, corriendo los mismos peligros, que se traducen y cuantifican en muertes cotidianas en las calles, en las comunidades rurales, en todas partes, y lo mismo caen personas anónimas que funcionarios públicos tienden a convertirse en blanco del ataque del crimen, como en el caso de Omar García Harfuch.
Estamos sitiados: de un lado la delincuencia y enfrente la ineficiencia del Eestado y el gobierno. Somos una sociedad presa de la violencia, la pandemia nos hizo olvidar un poco el tema, pero las estadísticas, en los centros forenses y en el registro civil con las actas de defunción, no mienten. Ahí están los números reales.
En la escala local, debemos tener muy presente estas observaciones y desde luego muchas más que se puedan hacer en abono de la interpretación de nuestra realidad, porque en la disputa por Chihuahua hay todo tipo de oportunismo y voracidad por quedarse con los cargos públicos más importantes, en especial la gubernatura del estado. Pero ya es tarde, aunque no innecesario preguntarse: ¿con qué cara se pueden presentar ante los ciudadanos si las hojas de servicio están plagadas de fracasos que se miden con el necrómetro, que parece un modesto termómetro que se lanza al fuego?
Con qué cara, insisto, pueden estar frente a los ciudadanos un Corral tratando de imponer al oligarca Gustavo Madero Muñoz, o los dos alcaldes de las principales ciudades del estado, María Eugenia Campos y el supuestamente independiente Armado Cabada.
No tienen cara, pero les importa poco. La divisa es el poder por el poder. Es un círculo vicioso que se debe romper en 2021.
Don Jaime: Hay alguien a quien no ha tocado ni con el pétalo de una rosa, el más corrupto y funesto de todos. Peor que César Duarte. Al tiempo.
LOS CORRUPTOS DE SIEMPRE, CON MEMBRESIA DE CORRUPTOS, POR DIVERSOS MOTIVOS …AHI ESTAN LISTOS, PARA «CONTINUAR»..Y LO MAS POSIBLE ESPERAMOS, DEJEN DE CHUPAR AL PUEBLO DE CHIH, Y NUESTRO PAIS MUY SAQUEADO…..