Las columnas de Osbaldo Salvador, cuando llegan a superar el fiasco, dan flojera; y cuando no, también. Por eso me recordé ese paseíllo del Quijote al aconsejar a Sancho Panza antes de tomar por siete días el gobierno de la Ínsula Barataria: “…el necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el cimiento de la necedad no asienta ningún discreto edificio”. 

Y he aquí que desde su parasitaria escribanía, el Vizconde de la Real Casa del Alterno Salvador, don Osbaldo de San Felipe del Real, para conquistar adeptos que habiéndolos gozado en el virreinato anterior, tanto como el oro, el vino y las prendas dispuestas por el César para los bufones y merolicos de palacio, ha debido perderlos de su disfrute y se ha obligado a recurrir, sin éxito, a las malas artes de la prestidigitación para recuperarlos.

Tiempo ha que pregonando en la aldea ha enterado, por dichos de otros, “expertos en información”, de un tal “Chaka”, “traído” en su falso decir por mi persona como cruzado encubierto contra el cesarismo, regencia que tan brillantes monedas de oro le depositara a don Salvador a cambio de sus impronunciables servicios propagandísticos. Y ha dicho que se le trajo, a ese tal “Chaka”, para tirar la puerta de palacio. Como si en la comuna no hubiesen existido cristianos y gentiles suficientes, enardecidos y cansados de la tiranía, como para realizar tan delicada tarea con estoicos embates.

Disparatado y contradictorio el argumento de don Salvador al afirmar, como hacía Rasputin con los Romanov, que sus “expertos en info” “recuerdan bien” al tal “Chaka”… “sólo que andaba encapuchado”. 

No habiendo manera de arreglar su desorden semántico o reflexivo (diría más bien que vomitivo), no me queda más que cerrar con las palabras de aquel famoso irlandés: “El hombre debería decir siempre mucho más de lo que pretende y pretender mucho más de lo que dice”.