Luego de mantenerla en el hielo, llegaron varias iniciativas de reforma electoral al Congreso, presentadas con suspenso excesivo por Javier Corral. Las presenta cuando la marea baja de su influencia es sumamente pronunciada: ocupa hoy uno de los lugares más ínfimos en la calificación aprobatoria de gobernadores y jefe de gobierno de las entidades. 

Son iniciativas dictadas por la ambición de poder y la promoción personal. Aunque es vano el esfuerzo, quiere labrarse una imagen de demócrata avanzado que dista mucho de tener sustento en la realidad. El proyecto de poder para colocar a Gustavo Madero en la candidatura del PAN lo ha enloquecido al grado de abrir una fisura de pronóstico reservado al interior mismo del partido. 

En concreto, Corral sabe que no tiene más pólvora que la que le da su estancia en el Poder Ejecutivo, el aparato y la nómina, aunadas a relaciones bochornosas de personas enquistadas en el poderío económico y político como Alejandra De la Vega. En otras palabras, quiere, eventualmente, convertir al PAN en una especie de partido de estado para sus aviesos fines. No lo logrará. 

Gustavo Madero es una ficha del dominó panista y de la oligarquía local difícilmente vendible. Aún quedándose con la candidatura, cosa que se ve remota, la respuesta en las urnas se puede augurar desastrosa. Madero, junto con Corral, se convertirían en los síndicos de una quiebra anunciada. Pero la sed de poder es insaciable y los firmantes y defensores del Pacto por México –Corral y Madero entre otros traidores–, quieren restaurar lo que coloquialmente se conoce como “PRIAN”, un régimen de privilegio del poder para alimentar los bolsillos de unos cuantos. 

La moraleja será, al tiempo, que no por jugar golf en los clubes de élite ni por ir a las vendimias de Eloy Vallina, se puede hacer y deshacer en contra del estado de Chihuahua. 

Por mi parte, y como las iniciativas llegaron en momentos de nocturnidad, las leeré para comentarlas en la mejor oportunidad que crea conveniente. 

En el Congreso ya algunos diputados se frotan las manos, cruzan apuestas, venden sus votos giros y quieren escuchar “cierren las puertas”, para salir con algunos pesos más en las bolsas.