Columna

Pasó el tiempo y Javier Corral también se cansó

Un momento oscuro de la dictadura de Fidel Castro en Cuba fue cuando se juzgó y fusiló al comandante Arnaldo Ochoa, figura del aparato con larga historia y que además había alcanzado las máximas distinciones que lo llevaron a ser designado comandante principal en Angola, luego de que esta antigua colonia portuguesa por largos 400 años había alcanzado su independencia.

El juicio a Ochoa tuvo el tufo de las purgas estalinistas contra jerarcas comunistas muy encumbrados. Es probable que se haya tratado de un juicio-espectáculo y que, en el fondo, hubiese una pugna por el poder en los tiempos que soplaba la Glásnost y la Perestroika en la Unión Soviética y que podía llegar al trópico caribeño, a la isla de Cuba. No lo sé de cierto.

Se comenta que en una declaración durante el juicio, el histórico general y laureado como Héroe de la República de Cuba, dijo: “Llegó un momento en mi vida militar en que también me sentí cansado (…). Unido a esto, a tantos años de actuar solo, tomé el camino equivocado”. Fue la antesala para reconocer, como en un buen juicio-espectáculo, a Fidel y a su revolución. Porque en la isla “una verdad revolucionaria no admitirá jamás la impunidad”, como sentenció el aparato castrista. Lo mismo dijeron, cambiando lo que haya qué cambiar, a quienes mandó al cadalso Stalin. Son historias paralelas.

“Uno se cansa”.

Recuerdo este pasaje de la historia para traerlo a un hecho que aconteció en Chihuahua de manera relativamente reciente:

César Duarte, siendo gobernador del estado y asumiéndose como un hombre omnipotente, sedujo al panista Miguel Jurado Contreras, con la oferta de hacerlo presidente municipal de Parral en calidad de candidato de todos los partidos. El corrupto cacique quería demostrar su imperio en el histórico municipio minero, destruyendo la resistencia del PAN que tenía arraigo de años en esa región.

Duarte logró su propósito: Miguel Jurado se convirtió al PRI y por ese partido se hizo alcalde de Parral, de 2013 al 2016.

El entonces senador panista Javier Corral Jurado hizo intentos para “rescatarlo”, y tuvo una larga conversación con el desertor. En esa plática Corral le recordó a Jurado la historia del general cubano, no porque fuera a fusilarlo, sino para que se preservara en las filas del PAN. No lo logró. Corral sacó la moraleja de que “uno se cansa”, endilgándosela a su antiguo correligionario.

Pasó el tiempo y Corral también se cansó: dejó al PAN, se fue a MORENA y este lo sumó a un mullido descanso senatorial.