Columna

Maru y MORENA: los disparates en política exterior

Un amigo decía que un punto es un punto, y que una sucesión de puntos se convierte en una línea. Esta especie de sentencia me sirve para comentar dos sucesos de trascendencia internacional, aparentemente secundarios, pero que precisamente pueden marcar tendencia.

El primero es sobre el reciente viaje de la gobernadora María Eugenia Campos Galván a Austin, capital del estado norteamericano de Texas, donde realizó un conjunto de actividades que no está de más que el gobierno federal y su cancillería pongan bajo su escrutinio. De estas actividades se dio cuenta en los medios a través de un extenso boletín oficial que se contrae a lo siguiente:

El viaje tuvo tintes turísticos, obviamente lo que se habló en secreto no ha trascendido, y lo que se sabe es que buscó un intercambio con el vecino estado, hoy administrado por agresivos racistas como el gobernador Greg Abbott, del ala más conservadora del Partido Republicano.

El encuentro se dio principalmente con empresarios y luego con académicos de la Universidad de Texas en Austin. En todos los foros se habló de colaboración y en esta universidad se plantearon “esquemas de colaboración para reforzar la enseñanza del idioma inglés”. El español y las lenguas maternas poco importan, dicho sea de paso.

No es la primera vez que Campos Galván hace giras en Texas: con motivo de los problemas hídricos que aquejan a Chihuahua, se ha entrevistado en varias ocasiones con Abbott y sus colaboradores, sin que haya trascendido que hay una defensa de las aguas del Río Conchos y una actitud de defensa de este patrimonio natural del estado.

Y ello no es extraño si tenemos en cuenta la formación pro empresarial e imperial de la gobernadora de Chihuahua, egresada del Tec de Monterrey y formada en la Universidad de Georgetown, a donde también ha viajado, junto con parte de su gabinete, con cargo al erario. Sus filias están a la vista y pienso que en su fuero interno es de las que sostiene que Trump les cayó del cielo como contrapeso por lo que sucede en México.

Pareciera que fuera un punto en las actividades de este gobierno, pero realmente se trata de una línea. Para la gobernadora, allá está su mundo, y en su afán de ubicarse en él, se brinca la Constitución y al gobierno federal, poniéndose al margen de lo que puede ser una política global de Estado y no una especie de provincianismo balcanizado que sólo le da ventaja al imperio, hoy gobernado por un supremacista blanco.

No se ha visto que, por ejemplo, el gobierno actual de Chihuahua estudie la conexión de nuestro país con la región texana. Más parece que este gobierno estuviera en la línea de sumisión ante los intereses texanos.

El segundo suceso tiene que ver con la visita que hizo la gris Carolina Rangel Gracida, secretaria general de MORENA, a Cuba, donde se entrevistó con el presidente de ese país y primer secretario del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel, que ostenta esa dualidad de jefe de Estado y líder del partido único.

La disparidad es obvia: ¿qué tiene que hacer una secretaria general de un partido como MORENA, ninguneada por el protagonismo de “Andy” López Beltrán, con un jefe de Estado, además heredado de manera vertical por el castrismo? La respuesta me parece que está al alcance de todos.

Mi reflexión va en otra dirección: si la mexicana representa a un partido (y movimiento, como acostumbran decir), sería válido concluir que es para obtener algo en favor de MORENA, y aquí está lo delicado: un partido como el Comunista cubano hoy sólo ofrece la posibilidad de narrar cómo fue que se tornó en un régimen casi soviético, de partido gobernante único, con su comité central omnímodo y todos los aparatos policiacos y de control que pesan –y pesan mucho– en la vida política cubana y sofocan la posibilidad de transitar hacia un sistema democrático, hoy más difícil que en el pasado por los vientos que corren en el mundo.

¿Acaso la secretaria general de MORENA fue a entender cómo funcionan los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) que actúan como policía de persona a persona y que son el aparato de sojuzgamiento del régimen de la isla? ¿Serán los Servidores de la Nación los nuevos CDRs mexicanos? Es una pregunta que huele a habano.

Pareciera, a su vez, que se trata de un punto, pero en realidad, también es una línea política, y en este caso en particular, ni pensar que el gobierno haga algo para remediar este tipo de disparates.

La política exterior de México está depositada en la Presidencia de la república y su cancillería –rebasada por cierto–, y alguna intervención tiene el Senado para valorarlo, pero aquí sólo vemos un vacío en derredor de Claudia Sheinbaum. Y eso nos afecta a todos.