Columna

La señora Müller ahora quiere ser española

Hasta ahora sólo un periódico español, el conservador ABC, ha confirmado la solicitud de Beatriz Gutiérrez Müller para obtener la nacionalidad española por motivos académicos. Ella, por su parte, ha guardado silencio. Pero el hecho ha tomado relevancia en los círculos políticos y ha tenido eco en los medios y redes sociales. Y no es para menos por los antecedentes que se han recapitulado y que tienen que ver con el desempeño que tuvo en su momento el gobierno de su esposo, Andrés Manuel López Obrador, en relación a España y con motivo de la Conquista consumada por Hernán Cortés en 1521.

Desde luego que hay un derecho de por medio a buscar esa nacionalidad, y además una ley española específica denominada Ley de Memoria Democrática que lo permite, al comprobar ascendencia ibérica, en este caso catalán y castellano. Se trata de un tema en el que la ley es la ley. Y si la señora Müller aspira a ello, es de reconocérsele que múltiples razones tendrá.

Empero se trata de un problema de congruencia. Como esposa del entonces presidente López Obrador, impulsó y también estuvo al frente de iniciativas que condujeron prácticamente a un divorcio, innecesario, entre dos países como México y España envueltos en la historia, la economía y la cultura.

Nuestra historia registra –hay una vasta literatura al respecto– la violenta Conquista española sobre México, y en general sobre gran parte de América. Las consecuencias de la misma las encontramos a cada paso a más de 500 años de la llegada de los españoles, la iniciación de un virreinato de tres siglos y una larga y cruenta lucha por la Independencia, comenzada por Hidalgo. Todo eso es historia y los crímenes que esta registra, es cierto, pueden tener una justicia transicional que selle una conclusión jurídica, ética y humana.

Pero no es, desde el ángulo que se le vea, lo que se intentó en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que también se ha continuado en el de Claudia Sheinbaum. Ellos le han apostado a un mecanismo de odio, de rencores, de resentimientos, abusando del lenguaje y con la única pretensión de granjearse el apoyo de los muchos pueblos originarios que aún se alojan legítimamente en tierras mexicanas.

Para ellos se han venido abriendo y sobre todo autosugestionando cauces para una inclusión real y la búsqueda de una igualdad sustantiva, tarea que también ya cuenta en su haber muchísimos años y en la que están empeñados lo mismo antropólogos que religiosos, académicos, investigadores, políticos comprometidos, líderes sociales y étnicos, quienes reconocen las culturas prehispánicas y afrodescendientes que valoran un momento de la humanidad como el que proviene del siglo XVI y la expansión de diversos imperios, entre ellos el de la corona española.

De confirmarse plenamente que la señora Beatriz Müller ha solicitado la nacionalidad española, reitero que estaríamos ante un problema de incongruencia ética y política, porque antes denostó el papel de España en la Conquista de México. En particular, en tono enérgico, exigió al monarca español una disculpa histórica que nunca llegó.

Sin embargo ahora, de obtener la nacionalidad de ese país, Gutiérrez Müller tendría que jurar o prometer fidelidad al rey y obediencia a la Constitución y a las leyes españolas, en un proceso que se realiza en el Registro Civil y es requisito indispensable para adquirir la nacionalidad. El plazo para realizar la jura o promesa es de 180 días a partir de la notificación de la resolución de concesión de la nacionalidad. De no hacerlo, el expediente sería archivado sin otorgamiento de la ciudadanía.


No cabe duda, del dicho al hecho, hay mucho trecho.