Jáuregui y Villarreal: ¿Y si la neta fuera el fondo?
Los funcionarios del nuevo poder andan desatados con la idea de aparecer muy pragmáticos y recurren a las simplistas y domingueras frases que en la superficie los puede colocar como hábiles dicharacheros de la política pero que, en el fondo, muy en el fondo, no parecen tener idea de lo que sus palabras revelan acerca de los problemas que no atienden.
Un ejemplo es el coordinador de la bancada panista en el Congreso, Jesús Villarreal Macías, para quien el tema de la titularidad en la Auditoría Superior del Estado es algo fácil de resolver y afirma que basta con el simple voto ponderado desde la Junta de Coordinación Política para mantener a Armando Valenzuela en el cargo.
Dijo Villarreal: “Si Valenzuela ya está ahí con el conocimiento pleno y si en un mes vamos a hacer un cambio, cuál es la razón de que con un provisional se nombre otro provisional para entregar al nuevo”. Olvida el diputado que hay mejores argumentos pragmáticos que el conformismo, la obediencia y la comodidad para celebrar procesos democráticos, que se tiene una deuda con la ciudadanía para reponer procesos que limpien el desastre cometido en el Legislativo y que están las leyes, el compromiso social y la ética.
Pero el que se voló la barda fue el secretario general de Gobierno, César Jáuregui Robles, quien dio la nota luego de sus declaraciones con las que hasta Cuco Sánchez se sentiría opacado. Dijo el funcionario del nuevo amanecer: “No somos monedita de oro para caer bien a todos”. Y zas, con esa reveladora imagen coloquial resolvió la ecuación nada favorable que si bien hacía referencia al conflicto con los concesionarios del transporte, que pretenden presionar para aumentar las tarifas, algunos sectores de la población ya empiezan a caer mal en la administración estatal.
Y aunque Jáuregui Robles aseveró que no tomará esos pronunciamientos “como un golpeteo político sino como una simple discordancia en algunos temas”, lo que se ganan por ahora los críticos del gobierno, que no parece haber superado en siete meses eso que llaman la “curva de aprendizaje”, es el desprecio de barrio del funcionario de a bordo, con todo respeto a quienes expresan el genuino caló de la barriada.