Dice la conseja popular que si eres ignorante, te hagas acompañar de sabios, así los otros pensarán que eres sabio. Si eres pobre, júntate con los ricos y así los otros pensarán que eres rico. Esa parece ser, seguramente con apoyo presupuestal, la regla básica mediante la cual Javier Corral realizará su evento anticorrupción en Chihuahua en unos días más.

Con una planilla destacadísima de personajes respetables en el mundo de la academia, se montará una estrategia mediante la cual va a querer brillar como candil de la calle nacional, ya que aquí en Chihuahua es oscuridad de casa por sus fracasos en esa materia.

El mensaje subliminal –y no tanto– es que aquí en Chihuahua sólo Corral puede hablar de la materia, su fiscal fracasado César Augusto Peniche Espejel y Pablo González. El segundo, fiscal general y el tercero, el ambicioso que transigió con los duartistas para ocupar el cargo de presidente del Tribunal Superior. Tan gris es Pablo que ya nadie se ocupa, ni para bien ni para mal, de su tarea pública, por más que presuma sus blasones de doctor y escolástico.

Unión Ciudadana abrirá puertas para expresar sus verdades, entre otras, la justicia selectiva corralista que ha dispensado enormes favores al cerebro de César Duarte: Jaime Ramón Herrera Corral.

Cree Corral que con estos eventos nos saca del provincianismo y nos proyecta a la aldea global, aparte de querer competirle a Andrés Manuel López Obrador en esta materia. No se da cuenta que llegó tarde a estas luchas, y de no tener más idea que la que le brinda frases de circunstancia en su retórica hueca.