Martín Chaparro: ¿la autonomía de quién?
No es la primera vez, pero la de esta semana fue la contradicción más perturbadora del dirigente estatal de MORENA, Martín Chaparro, en el caso de la reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial que permitió la caída del amigote de César Duarte, Gabriel Sepúlveda, y la asunción, por unanimidad, del magistrado Julio César Jiménez Castro a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia. La otra paradoja fue su reunión, hace unos días, con el empresario Jaime Galván, representante destacado de eso que el líder nacional de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, suele considerar como acicate –y beneficiario– de “la mafia del poder”.
Chaparro acusa golpismo del Poder Ejecutivo –vía el Congreso del Estado– contra la autonomía del Poder Judicial de Chihuahua, pero omite hablar de los lineazos que –típico– suelen asestarse entre los experredistas aglutinados hoy en MORENA. Para Chaparro, la autonomía de los dos diputados (Leticia Ortega y Pedro Torres) que representan su facción en la torre legislativa es un “pequeño detallito”, y lo que el gobierno corralista, dice, impuso al Poder Judicial, es una acción “peor” que la asestada por César Duarte.
En aras de aparentar una independencia –elástica, en su caso–, el dirigente estatal de MORENA termina haciéndole el juego al PRI, o a lo que queda de ese partido en el estado, y en lugar de enfocarse en el núcleo central de la reforma “fast track”, como la llamó, hace campaña nimia y cacofónica al recitar a López Obrador: “PRI y PAN son la misma cosa”. Lo curioso es que no hay registro de que MORENA, y Chaparro menos, salieran a protestar en su momento por la imposición duartista.
El dirigente de MORENA, que por cierto atiende desde Ciudad Juárez los asuntos del comité estatal domiciliado en la capital chihuahuense, dice que no tuvo oportunidad de discutir el sentido del voto de “sus” legisladores. Tal vez por la distancia no pudo (otros le llaman dormitar), pero de cualquier forma deja mal parados –al menos mediáticamente– a sus correligionarios, pues estos deben votar como “el partido” diga. O sea: en eso no sólo el PRI y el PAN se parecen, sino también MORENA; eso sin contar con la tombolización de las candidaturas, y la purificación –guiño y palomita de AMLO de por medio– de los otrora malditos capitalistas complotantes.