Cayó Sepúlveda; a reconstruir el Poder Judicial de Chihuahua
Los farsantes del duartismo, que nunca han creído ni practicado la división de poderes, hoy se refugian en la mentira y la hipocresía. Hablan como si fueran los campeones en practicar la vieja idea que se atribuye a Montesquieu. Se visten con ropajes de pureza que ya no les ajustan de ninguna manera. Tienen que irse porque en la más pura interpretación del resultado electoral del pasado 5 de junio, hay un mandato popular que obliga a emprender una nueva ruta que lleve adelante el propósito de construir el Estado de derecho, a partir de la existencia de magistrados y jueces libres; es decir, de un Poder Judicial renovado e independiente y a la altura de los anhelos de la sociedad chihuahuense.
Gabriel Sepúlveda ha caído y la limpieza debe ser total. Con la aprobación del Poder legislativo de las reformas al Tribunal Superior de Justicia del Estado y la inmediata publicación por el Ejecutivo, se sientan bases firmes para impulsar un proceso de reordenamiento y dignificación del Poder Judicial en Chihuahua.
Se reconoce la importancia de este paso, justipreciemos que es la primera oportunidad que se abre a una tarea de grandes proporciones que necesita del esfuerzo de toda la ciudadanía. Debe terminar esa negra etapa en la que jueces y magistrados de la ralea de Sepúlveda nos recitaban que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento, porque ellos, precisamente por el conocimiento que tenían de la misma, sí la violentaban, en particular la muy superior que dispone la separación de poderes y la independencia de los juzgadores, que mancharon y pretendieron seguir manchando en una especie de prolongación del duartismo que hoy se ha truncado.
Sepúlveda y los suyos practicaron la simulación, por eso hoy están fuera. Es el inicio, no lo olvidemos. Así piensa Chihuahua.