Columna

El laicismo juarista

Hoy 21 de marzo, en un tono eminentemente retórico y vacío, las voces gubernamentales (no todas) saldrán a alabar a Benito Juárez con motivo de conmemorarse un año más de su natalicio. Como se ha explorado por los investigadores, el laicismo de Juárez tiene peculiaridades notables si se le contrasta con el de otras latitudes, y sorprende que haya sido más temprano y más fuerte que el de la Francia que arrancó con la Revolución de 1789. No es la intención de esta entrega abordar este tema; sí en cambio recordar y reclamar cómo en los hechos el gobierno de Peña Nieto es absolutamente omiso en el cumplimiento del principio constitucional que marca que vivimos en una república laica, con separación entre la iglesia y el Estado.

Al grano: con motivo de la consagración que hizo César Duarte al estado de Chihuahua, acompañado de Miranda Weckman y toda su corte medieval, interpuse una queja con base en las leyes ante la Secretaría de Gobernación que no se ha dignado ni a acusar recibo de la misma. Les pesan más sus compromisos con el alto clero político y la manipulación religiosa que la Constitución que se supone lo rige y dijeron protestar al asumir los cargos públicos. Para continuar en esta ardua lucha, sopeso la posibilidad de interponer un amparo para que la SEGOB resuelva, lo que sea, pero que resuelva.

Así las cosas, dos Juárez: uno para la retórica, y otro para negarlo de manera contumaz.