El oropel que presume César Duarte para ganar briznas de legitimidad secundaria, contó con la colaboración del cónsul de los Estados Unidos en Ciudad Juárez, Ian Brownlee, y no descarto que haya sido objeto de un uso utilitario por parte del cacique. Resulta que el cónsul prodigó declaraciones que abonarían la forma de gobernar del cacicazgo, siempre dictadas más con un afán diplomático que de abordaje auténtico de la realidad. Porque a decir verdad, el señor cónsul pareciera que no está asentado en Ciudad Juárez sino en un lugar bastante distante, ya que recién hubo una masacre en esa frontera, y el día de ayer, hacia la región del Valle de Juárez, hubo combates prácticamente formales por espacio de una hora con disparos de armas largas, lo que habla de un repunte de la violencia.
El escenario para el cónsul fue Parral, donde Duarte se siente relativamente cómodo por ser su tierra de presunción, que a decir de muchos tampoco ahí las tiene todas consigo, particularmente con los priístas que tuvieron que tragar camote cuando les impusieron en la presidencia a un expanista del corte de Miguel Jurado Contreras.
Se trata de un capítulo más de una estrategia llamada al fracaso y que consiste en esto: los apoyos a Duarte vienen a modo de Los Ángeles, Nueva York, de Calgary, de cónsules, pero nunca de la gente que vive en Chihuahua y que es frecuente, por la paga que reciben, o por los mecanismos diplomáticos obligados, se dedican a hablar bien, en este caso de lo que está bastante mal. En otras palabras, opinan de Duarte muy bien únicamente donde no lo conocen.
Por cierto el cónsul Ian Brownlee se salió con la tradicional referencia a los perros chihuahueños, diciendo que allá en su poderoso país se reconoce a Chihuahua por perros más grandes. Desconozco si estaba pensando en aquellos que integran el séquito del cacique, que bien a bien ni tan grandes están, sobre todo por aquello que dijo Porfirio Díaz: perro que lleva hueso en la boca, ni ladra ni muerde.
Otro golpe al COBACH
Pobres de los colegios de bachilleres, tan lejos, pero tan lejos de la academia, y tan cerca, tan cerca de una caterva de empleomanos que azuelan la dirección de lo que debiera ser una sólida antesala hacia el ingreso de las carreras profesionales. Ayer se nombró como director general del COBACH al señor Miguel Primo Armendáriz, el intolerante exdirector del CONALEP, donde creó más problemas de los que su ineficiente desempeño pudo resolver. Algunas notas periodísticas resaltan su relación con Parral, como un mensaje de contrabando para dar a entender que es de las confianzas de César Duarte y que probablemente se mantendrá en la rutina de continuar las labores de acarreo para loar al cacique.
Y lo que son las cosas: baratijas traen baratijas. Hasta se hizo noticia que Marcelo González Tachiquín diera a conocer esto a través de un tweet, como si fuera una genialidad. A tanto llega la lambisconería. Mal van las cosas para la educación, dígase lo que se diga. Ya hasta como “monstruo político” nos presentan al secretario de Educación, como un huracán. De algo sirve la mordaza de oro.
Legisladores panistas: atentos de bragas y sábanas
Los legisladores panistas fueron por agua bendita para valorar su voto en torno al matrimonio igualitario en Chihuahua. Se las prodigó con munificencia el arzobispo Constancio Miranda Weckmann, mejor conocido por la grey católica como el arzobispo Ausencio, y que probablemente también los sahumó con penetrante incienso. Qué papelón el de la bancada panista; cuándo comprenderán que sus convicciones personales, o la confesión religiosa a la que pertenecen es absolutamente respetable, como lo es el reconocimiento de la república laica y la separación histórica de la iglesia y el Estado. Y si fueran sólo las convicciones, aunque muy lamentable, sería una justificación a la que se le podría decir “pasa”. Pero es oportunismo puro, consolidación de votos de los conservadores recalcitrantes, que a estas alturas se quieren sostener como inspectores de bragas y sábanas, siempre y cuando no sean las suyas.