Cuauhtémoc Cárdenas decidió abandonar el PRD. En irreprochable decisión por su contenido político coyuntural y sobre todo de perspectiva para la izquierda, deja el partido que fundó sin la autoridad moral que le confirió su pertenencia a una organización emergida al calor de una crisis profunda del país en 1988-89. El partido surgió para ser un brazo de la sociedad y en menos de 25 años cayó en la postración de políticos sin principios, oportunistas y logreros. La carta de renuncia, siempre mesurada porque como buen demócrata Cuauhtémoc hace de la moderación una virtud, deja sin duda las razones que él estima personales, pero que en realidad trascienden para convertirse en criterios de muchos que abandonaron las filas y también de los muchos que lo harán en los días subsecuentes. Es un partido el PRD con sus liderazgos fuertes allende su militancia. Baste decir que Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador –dos de sus expresidentes más notables– emprendieron el camino del exilio partidario mucho antes que el ingeniero Cárdenas.
El PRD se convertirá –en Chihuahua ya lo hizo– en un franquicia electoral. De Carlos Navarrete y su secta hoy se podrá decir lo que en alguna ocasión salió de la boca de Porfirio Díaz: “Perro que lleva hueso en el hocico, ni ladra ni muerde”. De esa especie son aquí en Chihuahua Hortensia Aragón, Héctor Barraza, Pavel Aguilar y los parientes de todos ellos, fieles servidores de la tiranía duartista.
Va enseguida la carta de renuncia del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y mi reconocimiento a su decisión:
México, D. F., 25 de noviembre del 2014.
C. Presidente del Consejo Nacional.
Partido de la Revolución Democrática.
México, D. F.
Con esta fecha, de manera irrevocable, presento ante ese Consejo Nacional mi renuncia como miembro del Partido de la Revolución Democrática.
El pasado día 17 me permití hacer del conocimiento del Comité Ejecutivo Nacional del partido una carta abierta, en la que señalaba desacuerdos que encuentro con la forma de conducción del partido y respecto a decisiones tomadas por el nuevo Comité Ejecutivo, desacuerdos que, más allá de aquellos relativos a las coyunturas actuales, había manifestado públicamente, ante instancias de decisión del partido, en diversas ocasiones, desde años atrás.
En las ocasiones anteriores, esperando por lo menos se abriera un debate interno sobre los planteamientos hechos, la respuesta de las dirigencias del partido fue el silencio. Ningún cambio en los mecanismos de toma de decisiones al interior de la organización. Por el contrario, en sucesivas reformas estatutarias, fue consolidándose el sistema de cuotas y pesos relativos para tomar decisiones y abrir a partir de ellos las oportunidades de participación en procesos internos o externos a los propios miembros del partido.
La reunión que hoy sostuve con el Presidente y el Secretario General del partido, CC. Carlos Navarrete y Héctor Bautista, muy cordial en su desarrollo, lo que agradezco, considero llegó demasiado tarde, al poner de manifiesto, una vez más, que mantenemos profundas diferencias en nuestras visiones de cómo enfrentar los problemas internos del partido, en particular las medidas que deben adoptarse para recuperar la credibilidad de la organización y de manera especial de sus dirigentes ante la opinión pública, indispensables para lograr su reposicionamiento como una verdadera opción política de carácter y alcances nacionales, única forma en que le sea útil al país.
Al reiterar ante ese Consejo Nacional mi renuncia como integrante del Partido de la Revolución Democrática, quiero aprovechar para expresar a los militantes del partido que esta decisión obedece al propósito de mantener congruencia con mis principios, lo que sólo a mí corresponde y no está para ser sometido a decisión ajena, individual o colectiva que lo haga en función de mayoría y minoría.
Quiero decirles también, que ante la disyuntiva de correr el riesgo de compartir responsabilidades de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia, en las que no haya tenido cabida la autocrítica, he preferido correr el riesgo de recibir críticas, válidas o no según se les quiera ver, y optar por decidir de acuerdo a los principios que he sostenido y me han servido de guía en mi comportamiento público y privado.
Decirles, igualmente, que se trata de una decisión que corresponde sólo a mis circunstancias personales. Cualquier otro miembro del PRD estará en circunstancias diferentes y las decisiones que tome tendrán mi absoluto respeto. Quiero, además, expresar que en función de las condiciones de cada quien, reconozco que de apegarse a principios y compromisos públicamente reconocidos, tan válidas son las luchas que se libran desde dentro como desde fuera de las organizaciones.
Ha sido para mí un privilegio, en todos estos años, coincidir en lo fundamental y caminar, en circunstancias difíciles y no tan difíciles, con los militantes del partido. Continuaré activo en las causas con las que tengo compromiso y sé que en sus distintos procesos y desarrollos nos seguiremos encontrando y empujando en el mismo sentido.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano