MORENA Y PAN decían no ser iguales
Los extremos se tocan. Así como el gobierno de la presidenta Sheinbaum se solaza con la futura elección de los integrantes del Poder Judicial de la Federación, aquí en Chihuahua el gobierno de María Eugenia Campos Galván hace exactamente lo mismo.
La reforma iniciada por López Obrador, tramitada ante el constituyente permanente del país, fue aprobada por la legislatura local en unidad de voluntades del Partido Acción Nacional y MORENA. En esto fueron juntos, se dieron la mano y algo más.
Dicen que son diferentes, que caminan por diversas sendas, pero tras bambalinas pactan, y en el caso que me ocupa, sólo señalan como dispensa unos y otros que están haciendo adecuaciones a la parchada Constitución General de la república, hoy irreconocible por la vasta generalidad de los ciudadanos a los que se engloba en el concepto “pueblo” que, según esto, todo lo puede decidir.
En el caso chihuahuense está próxima la convocatoria para elegir más de 300 cargos en el Poder Judicial de la entidad, desde magistrados hasta jueces, pasando por el órgano disciplinario que huele a Santo Oficio. El gobierno de María Eugenia Campos convierte así la agenda judicial en una agenda de ambición desmedida de control; y cuando digo esto sugiero que la facciosidad instalada aquí irá con todo para postrar lo primordial en todo Poder Judicial, que es su independencia.
No es de descartarse que en una agencia informal, tanto MORENA como el PAN y su gobierno local pacten la futura integración, en especial del Tribunal Superior de Justicia. Así lo hicieron con la ley; sin tapujos lo podrán hacer para develar los nombres de quienes ocuparán los cargos de la judicatura, que pasará a ser no el órgano garante del Estado de derecho, sino la servidumbre para concentrar en una sola persona o facción dos poderes cuya única razón de su existencia la deben a su separación y al ejercicio de los contrapesos que supone una república como la nuestra.
Los intereses de los justiciables quedarán a merced de las gestorías partidarias, y así resultará más fácil pactar la solución de los casos en las oficinas partidarias, antes que confiarlos a jueces profesionales, de carrera, responsables y sujetos a una rendición de cuentas genuina.
Desde la visión del PAN está claro: hoy irán por el control, aprovechando que ocupan el poder y todos sus recursos financieros, y para que el movimiento de sus “galopadas” no interfiera en la elección tan importante de 2027, cuando se decida que Chihuahua pase a ser parte del coro centralista en el que se ha convertido lo que debiera ser un estado libre y soberano.
Cuando vayamos conociendo la lista de los aspirantes a ocupar los cargos de magistrados, jueces y disciplinadores, nos daremos cuenta de la caricatura de entidad que se está prefigurando para Chihuahua.
Y es que, lo dicho, los extremos se tocan.