Todos recordamos aquella frase de ¡Al ladrón, al ladrón! con la que, precisamente el bandido quiere evadir el bulto de su merecida persecución. Así actuó el cacique Duarte cuando puso su lengua y su dedo índice para referirse y señalar al corrupto exgobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, para explicar y defender a su compadre Humberto Moreira, caído en desgracia en tierras ibéricas. Muchas cosas hay atrás de ese mensaje, entre otras el cínico reconocimiento de que la corrupción está en todas partes y hay que aguantarla sin más. En otras palabras, que la corrupción somos todos. Pero no, habemos miles y miles de ciudadanos que la detestamos y la combatimos.
A Duarte le dolió la detención del coahuilense porque con él corrió no pocas de las corrupciones que están en juego. No olvidemos que Duarte fue delegado de la CNC para la elección de Humberto Moreira, que seguramente este destinó dinero a la campaña de Duarte de hace seis años y, lo más grave, que también favoreció con dinero a Peña Nieto, quien surgió como precandidato presidencial cuando Moreira era presidente nacional del PRI. Por tanto, no son tan sólo las pesadillas que tiene Duarte cuando se ve en un futuro tras las rejas. Las cosas no paran ahí: él sabe que tarde o temprano la lucha de Unión Ciudadana se verá coronada con el éxito y tendrá que pagar sus faltas en alguna prisión nacional o extranjera, que la globalidad para algo ha de servir.
El mitómano no tiene límites como se puede ver, pero ayer fue pródigo en declaraciones y hasta la recrimina a los que supuestamente se escondieron abajo de la cama, se ubicaron en el extranjero (como Moreira) y ahora pretenden cargos de elección popular. Si supiera que la institucionalidad no le permite hacer eso, quizá se abstendría, pero su larga lengua y su cinismo no le permiten frontera alguna.
Él insinúa que es muy valiente, que nunca se parapetó ante nada para defenderse de la guerra del narco cuando estuvo en su etapa más aguada. Lo que debiera decir, por poner un ejemplo que hemos visto todos los chihuahuenses, es que se mueve por las calles con un grueso número de escoltas fuertemente armado y en convoy de suburbans que envidiaría el mismo Obama en sus desplazamientos. Como bien le han dicho: que se dé una paseadita a pie por algún lugar de la sierra de Chihuahua, para que sienta realmente lo que hay en el estado.