La Chingada, moda y escasez verbal
Ante la escasez verbal de algunas y algunos políticos, la palabra “chingada” y su correspondiente verbo, se ha puesto de moda. Empezando por el presidente, que recurrió a ella para bautizar su famoso rancho en el que descansará próximamente.
Por su parte, Xóchitl Gálvez no pierde oportunidad de darse un baño de pueblo pronunciando recurrentemente esta palabra; y para no quedarse atrás, María Eugenia Campos Galván dice que el futuro es de “las chingonas”.
Este columnista no se escama ante ningún término, pero no deja de observar que esta práctica lo que exhibe es pobreza de lenguaje y pensamiento, porque tratan de decir todo y nada a la vez, desde una gramática precaria.
El tema de la “chingada” hace mucho que estuvo en el centro de un debate en relación a los mexicanos, y fue Octavo Paz, en El laberinto de la soledad quien hizo una síntesis que hasta la fecha perdura.
Por su parte Carlos Monsiváis se encargó de establecer una conclusión al respecto, que me parece aleccionadora y que cito textualmente:
“En 1950 la Chingada no se adentra visiblemente en ninguno de los círculos del amor y el afecto, pero es un vocablo tan entrañable como el impulso verbal mismo (luego, ya en el año 2000, por ejemplo, la Chingada es el apunte pintoresquista que tras la supresión de los términos prohibidos, revela escasez de vocabulario)”. Eso justamente es, escasez de vocabulario, y avanzando, hasta del pensamiento.