Sostengo que no pocas veces la política se puede ver mejor a través de las páginas de Sociales de los periódicos, y desde otra perspectiva lo que se dice en las páginas de política, por cierto con tintes de simplismo o engaño, cómo se van reproduciendo las élites del poder. La semana que concluyó fue rica en esto. El señor Javier Garfio, y desde luego sus leales (porque hay que subrayar que el que no lo sea tiene asegurada la puerta para que se vaya) celebró su “Noche de casino”. Se divirtió en el salón Diamante del Hotel Soberano y de esa manera recaudar fondos para los “necesitados” que arropa una asociación que se cobija bajo el manto de la virgen de Guadalupe. A fin de hacer acopio de fondos, degustaron exquisitos bocadillos, cataron vinos, bebieron licores espirituosos y se dedicaron a lo suyo: el juego, en el que los ganadores se hicieron acreedores al muy edificante premio de un viaje a Las Vegas, para ahí sí fortalecer la convicción de que el casino es una buena plataforma para paliar la pobreza. Los lambiscones se distribuyeron en las 22 mesas de entretenimiento donde mostraron sus destrezas para el bingo, el blackjack o la ruleta. Como suelen decir las notas de Sociales: tuvieron una velada i-nol-vi-da-ble.
Ahí estuvieron las señoras que disfrutan mucho de que les transformen sus apellidos como si fueran hijas de sus esposos. No es el caso dar a conocer los nombres de este elenco de enfiestados por una buena causa, pero sí llamó la atención que con todo el cinismo que se pueda pensar, el auditor superior del estado, Jesús Esparza, estuvo en el sarao, no sabemos si para auditar las fichas y que no se fueran a hacer trampas, muy propias de los asistentes, o para discutir algunas cuentas públicas. Lo que sí está claro es que por pudor elemental, un auditor nada tiene que realizar en este tipo de convites, jolgorios o cotilleos, palabras rasposas que la sociedad llama la velada, y la plebe simplemente guateque. Puede ser que ahora que está en vigor el programa de Yo soy legal, se ponga la reunión como un buen ejemplo para la juventud: la vida en el casino y sus riesgos en pos de la consolidación de un “gobierno abierto”.
En otro ámbito, y de raíz menos ballezana, vino a Chihuahua el presidente del Comité Nacional del PRI, César Camacho. Estuvo en Parral, cómo no, pero tiene razón una columna –ahora sí de política, no de Sociales– cuando afirmó que trasladado a Chihuahua con el motivo central de asistir a la boda de la hija de Adriana Fuentes con un varón miembro de la casa Duarte, aprovechó la oportunidad y visitó la que con calzador Duarte quiere hacer su patria chica. La lógica es la de aquel viejo comercial: cuando vaya a Tulúm, no deje de visitar Cancún. Así realmente Camacho vino a la hacienda Los Dos Cachorros de los Fuentes y se dio un pequeño chance para ir a decirle a los parralenses que el compromiso del priísmo local no tiene fecha de vencimiento (el cartonista Kabeza magistralmente replicó: ¡Ah, pero la paciencia de los no priístas chihuahuenses sí tiene fecha de vencimiento!). El partido poco importa y lo que interesa es el afianzamiento de las relaciones con las gentes del poder económico.
En ese escenario parralense, Duarte aprovechó para criticar a sus opositores, diciendo que si no le tiene miedo a los sicarios, menos va a temerle a los chismosos, que lo alimentó del vigor para trasladarse a la hacienda Los Dos Cachorros y fungir como jefe del Registro Civil, casando a su propio sobrino con la hija de la poderosa diputada federal Adriana Fuentes; sí, la que votó el IVA en la frontera y la reforma energética.
Alguna credencial de circunstancia tenía que llevar. Y lo que son las cosas (aquí vuelvo a la página de Sociales), cuando se describieron los atributos de la novia se habló de su mamá, de sus mayores, de sus fortunas, del palacio que está en Los Dos Cachorros y que nada envidia a las mejores haciendas del porfiriato, en contraste con la simple mención de que el novio es “sobrino del gobernador”, olvidando lo protocolario y elemental que es mencionar a los progenitores. La página de Sociales deviene en la página de política y la política en la simple muestra de lo que puede el dinero.
Por esto, cuánta razón tenía aquel olvidado filósofo que dijo: “No se piensa igual en un castillo que en una choza”.
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