Marcelo Ebrard, sin filo su “alternativa”
Cuando Andrés Manuel López Obrador era presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, acostumbraba afirmar que la Comisión de Garantías y Vigilancia (órgano jurisdiccional interno) debía ser como la Suprema Corte de la época de Benito Juárez.
Era una frase que se convirtió en lugar común y que jamás se atendió; baste recordar el desastre partidario que entregó el tabasqueño cuando dejó el cargo.
Vale decir que le dio al PRD un uso utilitario: si le servía, qué bien; si no, lo mandaba al diablo, como finalmente lo hizo. Esa es una historia de la que poco se habla, aunque es importante recapitularla.
Viene esto a mi memoria ahora que Marcelo Ebrard, ante su derrota inevitable, señala que se someterá a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (por denominaciones no paran) para que examine y resuelva sus impugnaciones, que eventualmente pudieran reponer el procedimiento electivo del que resultó triunfadora Claudia Sheinbaum.
Sinceramente me parece una tomadura de pelo plantear esto ante esa instancia, que ha demostrado servir absolutamente para nada, y más es un pretexto para recibir un garrote y justificar el trasiego a otra tarea política, cual sería fundar una nueva organización, recorrer el país, en fin, todo lo que ofreció en una conferencia de prensa que olía a funeral y que no admitió pregunta de los representantes de los medios.
No dudo que haya infinidad de truculencias en el procedimiento electivo de MORENA, no tiene compromiso con los mecanismos democráticos, y eso es del dominio público. Marcelo lo sabe, y cuando propone que hay que diferenciarse éticamente de los demás, se propone una meta que ahí en MORENA no va a fructificar, entre otras razones porque todo mundo tiene en la memoria que él alimentó esa visión cuando propuso, ni más ni menos, crear una secretaría de estado de la Cuarta Transformación, al frente de la cual estaría uno de los juniors López Beltrán.
El mejor camino que podría emprender Marcelo Ebrard sería el de convertirse en un aguerrido disidente del lopezobradorismo, porque cualquier otra senda realmente lo ubica en el plano del esquirol, del resentido.
Dicen que cuando hay ira es porque se vulneró un valor esencial, y en lo que llevamos visto de este suspenso marceliano, no se vislumbra que se vaya a transitar hacia una postura correcta para la coyuntura. Y en todo esto tiene que ver que hay un elenco de empleados públicos que lo apoyaron y que no tendrán la más mínima voluntad de quedar fuera de la nómina, hoy, mañana o después.